Puerto Gaviota se apaga escondido entre los fiordos de la Región de Aysén. A dos horas en embarcación desde Puerto Cisnes, los 35 habitantes del lugar añoran los días en que el boom de la merluza, en la década de 1980, atrajo a unas mil personas, incentivadas por el buen precio y la abundancia de este recurso.

Sin embargo, el período de bonanza concluyó en 2000, año en que comenzó el éxodo desde la isla, debido a la sobreexplotación de la merluza. Junto a esto, las oportunidades de desarrollo son limitadas, debido a la crisis en España, principal comprador de este pescado. Así, Puerto Gaviota envejece. Se estima que el 70% de sus habitantes supera los 50 años. Apenas cinco mujeres habitan la isla y cuatro de ellas se aprontan a partir cuando sus cuatro hijos completen sexto básico y deban seguir sus estudios en otro lugar.

"Vamos quedando los más duros. Han pasado 30 años y vemos que somos personas que estamos envejeciendo", afirma Heriberto Sánchez (59), apoyado en una de las pasarelas de madera que sirven como calles.

Sánchez llegó desde la Región de Los Lagos en 1988, días en que una embarcación podía extraer, en una faena, 800 kilos. Ahora confiesan no superar los 300 kilos y con un devaluado precio de $ 700. La perspectiva es aún más desoladora para los ancianos que, imposibilitados de salir al mar, optan por vender una cuota aproximada de 1.500 kilos al año, a $ 150 el kilo.

"El futuro de Gaviota depende de que las autoridades nos puedan entregar embarcaciones con todos los artes de pesca para ejercer otros productos y no sólo la merluza. Actualmente tenemos sólo ocho lanchas operando", agrega David Gallegos, socio de uno de los tres sindicatos de pescadores de la caleta. En 2012, mediante el Fondo de Fomento de la Pesca Artesanal, el Estado entregó a los isleños cinco motores fuera de borda y un camión refrigerado, vehículo que, pese a la inexistencia de calles, se aparca en el pequeño muelle para embarcarlo con recursos marinos a Puerto Cisnes.

Como muestra del éxodo del lugar, el único colegio de Puerto Gaviota cuenta con sólo dos alumnos y una oyente, quienes, más un recién nacido, son los únicos niños del lugar.

Una encuesta de la Subsecretaría de Pesca determinó que allí existen 50 viviendas, aunque sólo unas 30 están ocupadas. La isla cuenta con cinco grupos familiares. El resto son personas que ven pasar los años en soledad. "Mi hijo y yo también vamos a dejar Gaviota, porque acá no puede dedicarse a otra cosa que a pescar. Si mejora la conectividad y las comunicaciones, quizás en un futuro vuelva", asegura Jacqueline Araya (38), santiaguina, que en 2007 llegó a Gaviota. "Faltan niños para jugar. Antes éramos 13, pero ahora quedamos poquitos", dice Eduardo Lastra (10).

Las mejoras en Gaviota han tardado en llegar. Hace siete años cuentan con luz eléctrica, aunque recién en junio pasado el servicio se extendió de siete a 12 horas diarias, pese a que el Estado subsidia 18 horas. El comité a cargo del funcionamiento del generador apela a razones técnicas que impedirían una extensión del suministro.

En tanto, la falta de un paramédico se convierte en premura ante emergencias que obligan a esperar que haya buen tiempo para trasladar a algún enfermo a Puerto Cisnes. Una vez al mes se realizan rondas médicas, algo que hasta hace poco se hacía apenas unas dos veces al año.

"Hemos intentado colaborar con programas de empleo, como mejoramiento y construcción de pasarelas peatonales, que implican contratación de mano de obra. Sin embargo, la situación es muy compleja", afirma el alcalde de Puerto Cisnes, Luis Arsenio Valdés.

La diversificación surge como último reto para Gaviota. El turismo ilusiona por la riqueza de un paisaje en que conviven pingüinos, zorzales y lobos marinos. "Por primera vez, en febrero, realizaremos la Fiesta Costumbrista de Puerto Gaviota. Buscamos que la gente que llegue reviva con los orígenes de la pesca artesanal", recalca José Ruiz, presidente de la junta de vecinos.