El mismo lugar, las mismas palabras. Alberto Vega permanece en su silla de ruedas. A su lado, una enfermera le vigila los respiros. Frente a él, siete intérpretes se mueven sobre el escenario del Teatro UC como piezas de un tablero de ajedrez. Allí, en la misma sala, el actor encarnó a Edgar en El rey Lear, hace 12 años. Hoy, interpretado por otro actor, las palabras le suenan confusas, como fugaces recuerdos luminosos.

Vega reapareció en público hace un año. Lo hizo con humor, algo que según sus cercanos no ha perdido, y junto a un grupo de actores dirigidos por él y la actriz Macarena Baeza, de quien fue profesor de Verso Español durante los 90. Lo hizo, además, en una sala del Campus Oriente, donde en abril de 2013 presentó un adelanto de Los gigantes de la montaña presentan Lear, el montaje con que regresará a las tablas y debutará además como dramaturgo el próximo 18 de julio. Otra coincidencia: aquel fue el último lugar del campus que pisó como director de la Escuela de Teatro de la Universidad Católica. Ocurrió un viernes de marzo, en 2006. Vega recibió a los nuevos alumnos, y en el discurso inaugural citó su frase favorita de William Shakespeare: "El resto es silencio". Dos días después, el domingo 5 de marzo, mientras bajaba en bicicleta por San Carlos de Apoquindo, perdió el control al pasar por un lomo de toro y voló unos metros antes de golpearse contra el pavimento. Se le diagnosticó síndrome de enclaustramiento, condición que lo mantiene paralizado de pies a cabeza y en silla de ruedas. Ocho años después, la parálisis aún es total, salvo en sus ojos, a través de los que pudo volver a comunicarse, rehacer su vida y volver al trabajo. También al teatro.

EL PROCESO

Su último debut en escena fue en 2005, en El castigo sin venganza. Baeza, quien también participó del montaje, recuerda: "En 2012, la escuela me pidió que lo invitara a participar de un proyecto. Le dije que jugáramos un poco, y él aceptó como un niño". "Pirandello" fue la primera palabra que Vega armó letra a letra con sus ojos sobre el cursor, a través del computador con el que se comunica. Quería reencontrarse con Pirandello.

En 2006, con 55 años, la carrera de Alberto Vega había despegado del suelo. Conocido en los 80 por su rol en La madrastra, se consagró una década después sobre las tablas en Art y El rey Lear. En 2005, fue nombrado director de la Escuela de Teatro de la Universidad Católica, cargo que desempeñó por un año mientras remataba el Magíster en Dirección Teatral de la Universidad de Chile. Luego vino el accidente, y su tesis sobre el Nobel de Literatura italiano Luigi Pirandello quedaría inconclusa.

En agosto de 2013, Vega lanzó Mírame a los ojos, una autobiografía de su nueva y silenciosa vida. En tanto, planeó su regreso a las tablas. Siempre lo tuvo claro: no quería dirigir ni actuar, sólo escribir. Sin embargo, nunca antes lo había intentado, por lo que Baeza sumó a sus socias, Andrea Franco y Roxana Gómez, para que lo asistieran en el proceso. "Nosotras le llevamos tres tomos con la obra completa de Pirandello a su casa", en Ñuñoa, donde dos enfermeras se turnan cada 12 horas para cuidarlo, llevarlo a misa y leerle poesía. Al final del tercer volumen, Vega encontró el texto que buscaba: Los gigantes de la montaña, de 1936, quizá el más desconocido del autor italiano, y que narra la historia de una compañía de teatro itinerante que busca dónde mostrar su más reciente trabajo. Sin embargo, Pirandello falleció ese mismo año sin terminar el texto. "Había un cruce entre la vida de Alberto y ese texto. Cuando se lo mostré, lo leímos juntos y le encantó", señala Baeza. Y agrega: "Al poco tiempo decidimos incluir El rey Lear, un texto particularmente importante para él por cómo aborda la vejez". En un archivo que compartieron en línea, y al que bautizaron como La bitácora, quedaron registradas sus primeras directrices. "Lo imagino todo en blanco y negro", escribió. "No puedo dirigir ni actuar por razones obvias", vino luego. Hace algunos días incorporó la última: "Para quienes pensaban que no podía dirigir ni actuar, ya ven que no fue imposible".

A pocos días del debut, el segundo en su carrera, Vega asiste sagradamente a los ensayos. Y no es todo: "Proyectaremos imágenes de él de hace 12 años interpretando a Edgar. Además, habrá cinco funciones inclusivas", cuenta Baeza. "La idea es que sordos, no videntes y personas con otras discapacidades asistan. El lo quiso así", agrega.

En un rincón de la sala, mientras el elenco -integrado por Alexei Vergara y Sara Pantoja, entre otros- ensaya de corrido el texto completo, Vega insiste en anunciar él mismo su regreso: "Este fue un gran desafío", dice, armando palabras con el movimiento de sus ojos.

"Es un gran honor para mí volver a dirigir. Los nervios son los mismos de antes".