El país geométrico: la república de los pintores abstractos
A pesar de la revalorización en los últimos años de la obra de Vergara Grez o Matilde Pérez, nunca un representante de la pintura geométrica ha ganado el Premio Nacional. Una exposición, que abre el próximo sábado en la Corporación Cultural de Las Condes, reúne a 52 pintores y registra la evolución de esta corriente en el país, desde 1921 hasta hoy.
"Tengo amor por la idea del cuadrado. Si viniéramos a la vida con una conciencia geométrica, en equilibrio, sin sombras, donde todo fuera liso, continuo y lleno de orgullo, habría entonces una ciudad blanca, recta, metálica, de líneas precisas, justas, sin molicie y sin adorno, el equilibrio armónico de los valores necesarios. El país geométrico donde querríamos vivir, país del dominio y del renunciamiento de sí mismo, de igualdad y de claridad".
Ese "país geométrico" fue imaginado por la artista Sara Malvar, amiga del escritor Juan Emar y una de las precursoras de la abstracción en Chile al ilustrar en 1921 el poema Moulin, de Vicente Huidobro. Este hito fundacional dio paso a un movimiento que cumple 90 años y su frase hoy inspira el título de una exposición que se presentará en la Corporación Cultural de Las Condes desde el 27 de marzo.
Otro precursor fue el pintor Hernán Gazmuri, quien en 1934 salió de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile al eliminarse el ramo de cubismo y abstracción que dictaba. El 15 de abril de 1934, el crítico Marco Bontá publicó una columna que atacaba la abstracción y provocó su salida: "Un simple juego de entretenimiento, un puzzle de líneas, de colores aprendidos o copiados de las revistas. El arte chileno se ha visto transformarse en una burda imitación, todas las características de un nuevo academicismo tan lamentable y pernicioso como el que más".
Tras ese retroceso, la abstracción cobra nueva vigencia a mediados de los 50, con la primera exposición del Grupo Rectángulo, fundado por Ramón Vergara Grez. La muestra fue acompañada de un catálogo-manifiesto. "Ponen el acento en un concepto de orden y geometría; trabajan con el dibujo esquemático que facilite la medición de las partes y la relación de las partes con el todo; reemplazan el toque o la pincelada tradicional por el plano de color", decía el texto.
Los integrantes se reunieron semanalmente en el taller de Vergara Grez por más de cinco años. En diferentes períodos, participaron Gustavo Poblete, Matilde Pérez, Elsa Bolívar y Mario Carreño. En los 60, la agrupación pasó a llamarse Forma y Espacio, pero algunos de sus miembros decidieron ir más allá. Matilde Pérez viajó a Francia, mientras su marido e hijo se quedaron en Chile. En París, fue discípula del húngaro Víctor Vasarely, padre del arte cinético, definido por la ilusión de movimiento que generan sus obras. En 1961, regresó a Chile e incluso su marido, profesor de la Escuela de Bellas Artes, no entendió el cambio radical que sufrió el arte de su mujer. Ya no había vuelta atrás. En 1969 fundó el Grupo Cinético de Chile y luego el Centro de Investigaciones Visuales Cinéticas.
"Buscaban un arte racional, formas puras que no aparecen en la naturaleza, ajenas al sentimiento y lo figurativo. Siempre ha sido un género castigado y nunca le han otorgado un Premio Nacional a un geométrico", señala el curador de la exposición Ernesto Muñoz.
Posteriormente, y hasta hoy, han surgido pintores que no se encasillan en grupos y trabajan en forma individual, como Patricio Court, Ximena Mandiola, Malú Stewart, Andrés Vio o Cristóbal Guzmán. Mientras, el mercado internacional del arte redescubre y revaloriza el género. Prueba de ello es la cubana Carmen Herrera, compañera de Wilfredo Lam, que tardó casi 60 años en ser reconocida y ahora sus obras son adquiridas por el MoMA y la Tate de Londres. Cuarenta y cuatro mil dólares vale hoy una de sus telas geométricas, pero hace unos años sus cuadros apenas se conocían.
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