El arzobispo Claudio Maria Celli preside el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales y el Centro Televisivo Vaticano (CTV), una agencia de videos de la Santa Sede. En todo acto del Pontífice hay una cámara del CTV grabando. Con el material recogido en los últimos 12 meses, la oficina, encabezada por Celli, acaba de lanzar el DVD "Francisco, un año de Pontificado". Antes de establecerse en la Santa Sede, hace más de tres décadas, el arzobispo Celli fue diplomático en Honduras, Filipinas y Argentina, donde se hizo un amigo cercano del actual Papa, que hoy cumple un año desde su elección.
¿Cómo fue recopilar este año por imágenes?
Las imágenes que quizás me emocionan más son las de los primeros instantes del pontificado: cuando saluda a los cardenales, aún en la Capilla Sixtina, segundos después de haber aceptado el ministerio; el Papa que reza en la Capilla Paulina poco antes de salir al balcón... son imágenes inéditas. Es emocionante ver su concentración, la profundidad de su fe.
Usted lo conocía desde Buenos Aires. Y en esa elección de 2013, usted estaba comentando en directo en la cadena Rai. ¿Recuerda qué pensó?
Que él es una persona muy sensible y de profunda espiritualidad. Siempre tuvo gran capacidad para acercarse a las personas, sobre todo a las que sufren. La Iglesia necesita una nueva evangelización y sentí que él tiene el carisma adecuado para acompañarla y guiarla. Hablé hace unas semanas con unos amigos de Argentina y comentábamos este tema. En Buenos Aires, el cardenal Bergoglio sonreía poco, era muy serio. Sólo sonreía cuando encontraba a los niños. Ahora no para de sonreír. Los argentinos están asombrados por verlo siempre así de alegre.
Hay dos discursos que considero fundamentales: el que dirigió a los obispos brasileños y el que dirigió a los del Celam, ambos en Río de Janeiro. El Papa desea una Iglesia que busca la simpatía del hombre, que sabe consolar, acoger maternalmente a hombres y mujeres que muchas veces acaban heridos en el camino de la vida. Las notas musicales que cualquiera de nosotros tiene entre manos es la misma: el Evangelio. Sin embargo, no cabe duda de que cada compositor sabe sacar melodías distintas, aunque las notas sigan siendo las mismas. El Papa está tocando una melodía que llega de inmediato a la gente de hoy.
Algunos consideran que a veces se ha mostrado demasiado abierto, incluso al dar entrevistas.
Un día, hace ya casi un año, me comentó: "Ya verás que la Franciscomanía va a pasar rápido". Pero tras 12 meses, ¡no se ha desvanecido para nada! ¡Al revés! El calor popular es algo que anima al Papa. Pero él dice que no es un superhéroe o una estrella del pop, uno que va cazando entusiasmos populares superficiales. El es un pastor. Por eso lo vemos tan concentrado en los momentos de oración, y por eso se queda entre la gente sin barreras y siempre utilizando palabras sencillas. Los dos aspectos van juntos.
¿Cómo lo logra?
Es un comunicador nato, sin haber estudiado nada de comunicación. En este momento ha sido fundamental el hecho de que utilice bien las tecnologías. Emplea muy bien el celular, lo utiliza mucho, él mismo llama y contesta. Le gusta Twitter: tiene a 10 millones de seguidores en todo el mundo. Es un potencial inmenso. El Papa no tiene miedo a entrar en redes sociales. No es una actitud ingenua, conoce los riesgos de ser malinterpretado, pero ya no puede prescindir del anuncio en este mundo digital.
¿A qué riesgos se refiere?
El riesgo de suscitar demasiada expectación. El también lo advierte. Algunos podrían quedarse decepcionados. Algunas afirmaciones suyas podrían ser instrumentalizadas. Considero que no va a haber cambios en la doctrina. Lo que ha cambiado son los ojos con los que se mira a las cuestiones. La gente se siente comprendida, involucrada. El Papa ha recordado a todos en sus palabras o gestos: inmigrantes, presos, mujeres, homosexuales, divorciados, parejas de hecho. La gente percibe que en la Iglesia sopla una sensibilidad nueva, más pastoral. Es indudable que algunos están percibiendo problemas de seguridad, que viven esta transición con preocupación. Pero hay que mirar lejos. Pasa en la Curia lo que ocurre cuando una carretera queda restringida por obras: resulta más difícil caminar por ella, pero hay que mirar adelante. El Papa me lo dijo: "No importan los obstáculos: yo sé que debo realizar una obra de Dios". Y con esta seguridad va hacia adelante.
¿Está cómodo en su papel?
Le pregunté hace poco qué tal estaba. Me contestó sonriendo: "Estoy cansado, pero muy sereno". Está bien de salud. Me dijo que tiene nuevo vigor. Es un hombre de 77 años que trabaja con mucha intensidad.
¿Le resultó difícil ambientarse en el Vaticano?
No, para nada. Está muy bien aquí. Tampoco tiene nostalgia de Argentina. Sólo lamenta no poder visitar a su hermana, que está enferma. Pero dijo que esta situación personal no justifica un viaje a Buenos Aires.