Media hora duró la reunión que sostuvieron en la sede de la Nunciatura en Madrid, el Papa Benedicto XVI y el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero.
En el encuentro repasaron variados temas, desde la situación económica internacional, pasando por lo que se vive en el Cuerno de Africa, las revueltas árabes y hasta la masacre en Noruega.
Según informó el Ejecutivo, en el encuentro, constataron que las relaciones son intensas desde el punto de vista institucional y reiteraron la vigencia de los acuerdos entre España y la Santa Sede.
En materia económica Zapatero expresó el compromiso firme de España de aplicar con eficacia las medidas de ajuste adoptadas, así como de trabajar por una mayor gobernanza económica europea y reforzar la coordinación internacional.
Acerca de las revueltas en el mundo árabe, el presidente del gobierno español le transmitió al pontífice su convencimiento de que una sociedad árabe democrática es la mejor garantía para la libertad religiosa. En cuanto a Oriente Medio, donde tiene lugar una intensificación de la violencia tras los atentados de ayer en Israel y la represalia de este país contra la Franja de Gaza, Zapatero y Benedicto XVI coincidieron en que la comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos y que la única salida posible es la negociada diplomáticamente.
Durante la reunión, hablaron de otros asuntos de actualidad, como la matanza cometida en Noruega contra jóvenes por un ultraderechista, y coincidieron en su preocupación por el ascenso de una ideología xenófoba que atenta contra los valores de libertad religiosa y convivencia característicos de la sociedad europea.
Este fue el cuarto encuentro entre Benedicto XVI y Zapatero, cuando ambos Estados han superado las tensiones existentes por algunas leyes adoptadas en España, como la del aborto o los matrimonios homosexuales.
El presidente del Ejecutivo español regaló al papa la "Obra del obispo Martínez Compañón sobre Trujillo del Peru en el siglo XVIII".
Se trata de la primera edición facsímil de la excepcional crónica gráfica que el obispo Baltasar Jiménez Martínez Compañón encargó que se hiciera de las poblaciones y tierras comprendidas en la entonces amplia zona de Trujillo, en el norte de Perú.