El parásito de la malaria está aumentando progresivamente su resistencia al medicamento más común usado en todo el mundo para combatir sus efectos, basado en la planta china Artemisia annua, publica hoy la revista médica 'The Lancet'.
La publicación recoge un estudio que demuestra que el parásito plasmodium, que se transmite a través de mosquitos, ha incrementado su resistencia a los tratamientos de artemisinina en la frontera entre Tailandia y Birmania.
Esta zona está a más de 800 kilómetros de otra, en Camboya, donde también se ha detectado esa reducción de la efectividad del remedio, lo que indicaría que las cepas resistentes a este se están extendiendo.
Los investigadores del Shoklo malaria research unit, en Tailandia, midieron en esa zona fronteriza el tiempo que tardaban los fármacos con artemisinina en eliminar los parásitos de malaria del flujo sanguíneo de 3.000 enfermos.
En un periodo de nueve años, desde 2001 a 2010, constataron que esas medicinas eran cada vez menos efectivas, y el número de pacientes que mostraba signos de resistencia aumentó en un 20%.
Los expertos alertan de que si esa resistencia se extiende por el sureste asiático y se traslada también al África subsahariana, donde ocurren la mayoría de los casos de malaria, la situación sería grave, ya que se reducirían las posibilidades de curar la enfermedad, que podría proliferar.
El profesor Standwell Nkhoma del Texas Biomedical Research Institute, también parte del estudio, declaró que si se perdiera la artemisinina, el tratamiento recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), "no hay otros fármacos en preparación para sustituirla".
"Podríamos retroceder 15 años, cuando los casos de malaria eran muy difíciles de tratar debido a la falta de medicinas efectivas", afirmó.
Según el último informe mundial sobre la malaria, unas 655.000 personas murieron en 2010 de la enfermedad -más de una por minuto-, la mayoría niños y mujeres embarazadas.