Entre las escenas inolvidables de la historia del cine, el final de El planeta de los simios (1968) figura como una de las más impactantes. La expresión del coronel George Taylor (Charlton Heston) al descubrir la Estatua de la Libertad enterrada en la arena, en la playa de un planeta que hasta ese momento creía que no era la Tierra, pasó a formar parte de la antología cinematográfica, como también su trama de simios pensantes.

Tras ella, nació una saga fílmica, con cuatro películas que continuaban la historia, e inspiró series para la televisión, además de un remake en 2001 dirigido por Tim Burton, con Mark Wahlberg como protagonista. Ahora, la saga continúa: el 5 de agosto se estrena en Estados Unidos -y el 1 de septiembre en Chile- la última adición a la lista, El planeta de los simios (r)evolución. La película entrega una visión renovada de la cinta de fines de los años 60 -que se basaba en la novela homónima de Pierre Boulle-, ya que el guion escrito por Amanda Silver y Rick Jaffa busca el origen de la trama original, el momento exacto en que los simios comenzaron su humanización. "Los escritores nos presentaron una historia muy respetuosa y también consciente de la mitología (del largometraje original), pero es mucho más una cinta del origen, en el real sentido de la palabra. En sí misma, se ubica lejos de los otros filmes de la franquicia, es de verdad un comienzo", aseguró su director, el inglés Rupert Wyatt, hace algunos días en la última edición de la Comic-Con, de San Diego, dando a entender que la precuela pasa a formar parte de la saga del Planeta de los simios, pero con una mirada diferente.

La trama parte cuando el joven científico Will Rodman (James Franco) llega a la casa que comparte con su padre, Charles (John Lithgow), con una caja que contiene lo poco que quedó de los experimentos con animales que hasta hace poco realizaba en la compañía farmacéutica Gen-sys: un pequeño simio llamado Caesar, que quedó huérfano luego del accidente que también costó el puesto de Rodman en la empresa y le puso un alto a las investigaciones que llevaba a cabo para encontrar una cura al alzheimer que afecta a su progenitor. Desde ese momento, Caesar se convierte en uno más de la familia y en la compañía de Charles, evidenciando al correr el tiempo una inteligencia superior a los de su especie y un elemento esencial de su singular desarrollo: sentimientos humanos.

Para dar vida a este personaje clave se unieron el actor británico Andy Serkis (quien ya había prestado su talento vía la técnica de captura de movimiento para Gollum en El señor de los anillos y King Kong, en la cinta homónima de Peter Jackson) y los efectos especiales de Weta Digital, la productora neozelandesa creada por el mismo Jackson. Durante los cuatro meses que duró el rodaje de El planeta de los simios (r)evolución, Serkis usó un traje especial con sensores que enviaban sus movimientos a un computador y una cámara adosada a su cabeza, que registraba todas sus expresiones faciales al filmar las diferentes escenas con el resto del elenco: Franco, Lithgow, Freida Pinto (Slumdog millionaire) y Tom Felton (Harry Potter), entre otros.

"Caesar es uno de los roles más formidables que he enfrentado, tanto física como emocionalmente. Una cosa es actuar de primate, pero interpretar uno desde su infancia hasta su adultez, como un líder revolucionario, es una cosa totalmente diferente", aseguró Serkis en la reciente Comic-Con, donde se pudo apreciar aún más una trama donde el clímax se desarrolla en la ciudad de San Francisco, cuando el grupo de simios liderado por Caesar comienza su lucha contra la opresión de los seres humanos. Un hecho crucial en la historia de la cinta y de cómo se quería presentar la precuela de la saga: "Esta es la forma en que queríamos contar la historia. Es más como una narración bíblica o como cualquier gran mito de gran resonancia", afirmó finalmente Wyatt sobre el filme que llega a resucitar la franquicia.