Rodrigo Goldberg y Marcelo Espina se profesan admiración mutua. Por sus carreras, que los transformaron en referentes de Universidad de Chile y Colo Colo, los rivales que reeditarán el Superclásico este mediodía en el Estadio Nacional. Y por sus presentes, que los ubican como exitosos comunicadores. El Polaco dice que en pantalla ve al técnico en el que siempre proyectó al Cabezón y el argentino le pide un tip para enfrentar la cámara en solitario. "No mires el lente. Mira el puntito rojo que está arriba. Yo hago eso y ya no me complico", le aconseja el ex azul.
Es la única parte de la charla que no está vinculada con el Superclásico, pero que sí resume la función de comentaristas que ambos cumplen, con éxito, hace un tiempo. Goldberg en El Deportivo, radio Cooperativa y Fox Sports y Espina, en ESPN. La conversación deriva instantáneamente en el análisis, su especialidad en el momento. Y ya ni siquiera requiere guión. Se enciende la grabadora y el diálogo es entre quienes protagonizaron varios Superclásicos y acumularon momentos gloriosos y otros tantos amargos.
Rodrigo Goldberg (RG): "No sé cómo lo vivirás tú, pero yo todavía me pongo nervioso. Lo vivo como hincha. Con nervios, con un dejo de ansiedad. De forma intensa. Imagino lo que piensan los jugadores y me pongo en su pellejo. Siempre voy a querer que gane la U. Estaré en el estadio".
Marcelo Espina (ME): "Yo también tengo ganas de ir, pero aún no consigo entradas. Ojalá que pueda aparecer alguna. A medida de que pasan los años, después del retiro, uno no está tan pendiente. Sí un poco y es lógico. Este partido marcará el camino a seguir para ambos equipos. Eso, la intensidad y la convocatoria, que los equipos grandes, salvo a nivel internacional, muy pocas veces pueden experimentar lo transforma en un partido distinto, especial".
RG: "No creo que ninguno salga a regalarse. Sí buscarán dominar el partido, tratar de imponer sus términos. Pero de ahí a imaginarme a los equipos atacando con cuatro arriba, no creo. Es una cuestión inevitable. Uno sabe que enfrente tiene un rival que te compromete en el lado emocional. No te puedes llegar y lanzar nomás, porque son partidos especiales, que si vas perdiéndolos te cuesta darlos vuelta. No es tan sencillo como decir 'ya, me la juego'.
ME: "No estamos viendo los partidos en Buenos Aires, porque no llegan por televisión, entonces tengo que verlos por computadora cuando puedo y a veces estoy trabajando y no se me da la opción. Sí lo vi en los dos partidos de Colo Colo en la Libertadores. Estaba bien. No hizo un buen partido ahora con Iquique. Ya su entrenador justificó los motivos por los que tomó algunas decisiones que no terminaron dándole resultados. Hay algunos jugadores como Pajarito (Jaime Valdés), que si no juega, Colo Colo resiente su andamiaje en cuanto a la tenencia de la pelota. Ojalá que esté. La U de Hoyos está lentamente tomando una identidad. Viene de un par de golpes en cuanto a no tener buenos rendimientos con inversiones muy altas. Le ha costado más de lo que hubiésemos imaginado todos. Igualmente, más o menos, me parece que mantiene una línea en cuanto a la búsqueda de los entrenadores. No está cambiando radicalmente. Ha mejorado. Con un entrenador nuevo hay altibajos. Con Corinthians no hizo un mal partido. Es un equipo intenso, que le da mucha amplitud al ataque. Ojalá que sea un buen partido. Siempre es especial. ¿Te acuerdas del primero?".
RG: "Mi primer clásico fue el 95 en el Nacional. Hice mi primer gol. Ganamos 2-0 con un gol mío y uno de Marcelo (Salas). Estaba en el banco. Jugaban el Leo (Rodríguez) y el Huevo (Valencia) y arriba Marcelo con el Bombero (Ibáñez). En los segundos tiempos era habitual que ingresáramos Víctor Hugo y yo. Esa estrategia nos dio muy buenos resultados durante mucho tiempo. Para ese partido había visto muchas cosas: las subidas del Coca Mendoza, que no protegía mucho su vuelta, que Margas salía más allá de lo debido, a Miguel Ramírez lo tenía más o menos estudiado. Era un muy buen equipo, nosotros también. A mí me gustaba analizar al rival y me había fijado en ciertos detalles que no hacían bien. Cuando entro, le digo al Leo: "Ojo con la espalda del Coca. El gol nace así. Un pelotazo largo y me tiene que salir a buscar Ramírez. El Coca todavía no vuelve".
ME: "El mío fue ese mismo año, en el Monumental. Ganamos 3-0, con dos goles míos. Lo jugué sin saber de qué se trataba. Ni imaginaba lo que iba a jugar. Como no conocía nada, creo que fue el clásico que jugué más liberado. En Argentina tampoco había jugado un partido así en clubes, sí en la selección. Me fue bien a mí y al equipo. Ahí partió el romance con los hinchas".
RG: "Siempre viví el Superclásico con mucha ansiedad. No dormía, me transpiraban las manos. Compartía pieza con Marcelo (Salas) y él dormía zeta. La siesta igual. Roncaba. Y yo no podía dormir. Estaba incómodo. Tenía que salir y caminar. Pero me relajaba mucho cuando llegaba al estadio. Es una semana distinta".
ME: "Es diferente a todas. El jugador empieza jugarlo un par de semanas antes. No es mentira que si juegas ante Iquique piensas en Iquique, pero ya te revolotea en la cabeza el clásico. Vas pensando en la tarjeta que te puede dejar afuera. El día del partido, en el túnel saludaba a todos con un beso y si había que hablar algo con alguien, se lo decía. Porque si fuese 'vamos, vamos, vamos' y al otro lado también dicen 'vamos, vamos, vamos' ganan los dos. Mucho no creo en eso del 'vamos que a estos los matamos'. ¡Mentira! Todo eso es puro verso. Yo era medio raro: me levantaba temprano, desayunaba fuerte. Si jugaba en la noche, me llevaba ropa para entrenar en el hotel. Lo que hoy llaman activación, lo hacía solo. El profe a veces venía, pero siempre sabía. Me duchaba antes de salir al estadio. Y si podía, no almorzaba".
RG: "A diferencia de Espina, yo era un 'poto pelao'. Imagínate: ahí estaban Sergio (Vargas), Ronald (Fuentes), Traverso, Mardones, el Leo. De hecho, Marcelo (Salas) siendo la gran figura del equipo, era súper callado. Hablaban los grandes.
ME: "Yo hablaba todas las semanas. Tuve algunos piques, algún cruce. No mucho más que picardía. Con Cobreloa también me agarré un par de veces, pero no sé si habré faltado el respeto a algún jugador, porque, después de todo, somos rivales, pero también compañeros. Depende del tipo de declaración. Si es una declaración que va a fogonear al público, no es recomendable".
RG: "Hay de todo. Hay un ánimo en los últimos años más belicoso en general. Hay medios a los que les gusta calentar el ambiente. No faltan los termocéfalos que consideran esto una guerra y no un partido. Se dan varias situaciones. Hay hartos catalizadores en esto que te prenden la mecha. Ese tipo de gente necesita pocos incentivos para actuar. Todos debemos colaborar. Yo como jugador, probablemente, no colaboré mucho. Más de alguna vez me tengo que haber mandado una declaración desubicada. Todos, de alguna manera, le ponemos un condimento para calentar el clásico. El problema es que hemos demostrado que no tenemos cultura para hacerlo. Porque, al final, la cuestión se desborda".
ME: "Igualmente, nunca tuve un problema con un hincha de la U. Jamás. Alguno que en algún restorán te bromea y nada más, pero jamás un problema o una falta de respeto. Es más, recuerdo una vez que tuve que acompañar a Leo Rodríguez, a la sede de la U que quedaba en Campos de Deportes. Yo le dije 'a qué voy a ir' y me respondió 'dale, no pasa nada'. Fuimos. Él entró y me quedé fuera. Vinieron un par de hinchas, barristas, y empezamos a charlar. Y no pasó nada. Les conté que esperaba a Leo. Me subí al auto y no pasó nada".
RG: Los referentes tienen la responsabilidad de llamar a la cordura, pero muchas veces no saben que la tienen. Muchas veces lo hacen por obligación. Como cuando se juntan los capitanes, con los técnicos y los presidentes en una conferencia. Se dan la mano, pero después se dan la espalda. O cuando recién salió lo de Estadio Seguro y los jugadores decían en la campaña "No a la violencia" y en sus cuentas en Twitter "que vuelvan los bombos y los lienzos". Hay una inconsecuencia espantosa. Lo entiendo, porque son empleados del club y tienen que hacer algo que el club les pide, pero no lo sienten. En su espacio personal, ellos dan a conocer eso. Entonces, uno se pregunta ¿En qué están?".
ME: "El 80 por ciento de las declaraciones previas a un clásico son mentira. Hay frases hechas. Nunca se quiere hablar de ser campeones. Muy pocas veces un futbolista dirá 'les vamos a ganar', aunque lo crea. Hay ciertas cosas, pero muchas de las cosas que el jugador dice en conferencia de prensa las dice por quedar bien, para no faltar el respeto o quedar bien con lo hinchas. Muchas veces se dice lo que el hincha quiere escuchar sin estar muy de acuerdo con lo que estás sintiendo".
RG: A mí me gustaría que el clásico se volviera a jugar con público de ambos equipos, como antes. Para mí era motivante entrar al Monumental, que estaba todo de blanco, menos la franja que nos daban a nosotros. O ver el Nacional mitad y mitad y, para mí lo más lindo, partes en que los hinchas estaban mezclados. Yo crecí yendo con mi papá al estadio y un día nos equivocamos de puerta y salimos en una en que había barra de Colo Colo. Y grité un gol de la U ahí. Eso hoy es imposible. Me encantaría que se pudiera volver a hacer"
ME: "A mí también. Eran lindos clásicos. Por lo que se daba afuera y adentro de la cancha. Ahora, los dos equipos tienen jugadores de jerarquía. Lo que pasa es que no tienen tantos jugadores de selección. Ese es el tema. Los de nivel se van. Esteban (Paredes) está ahora. Valdés también estuvo. La U tiene a Johnny (Herrera), Beausejour y Jara. Pero antes eran más. Colo Colo y la U eran la base de la Selección. Y había grandes extranjeros, también seleccionados. Tú eras un un jugador 'picante', rápido, de ataque. Movedizo, peleador, correteaba. En esa época se hablaba mucho. Con Víctor Hugo (Castañeda), Lucho (Musrri), (Cristián) Mora o el Huevo Valencia hablábamos mucho. (Sergio) Vargas salía cincuenta metros para reclamar. Nosotros también teníamos lo nuestro. Ivo (Basay), Pedro (Reyes), El Coto (Sierra). A las manos se fueron Vergara y Vargas. Una vez el Flaco Villaseca con Ricardo Rojas y no recuerdo más. De boca, sí, un montón"
RG: "Tú eras un entrenador en la cancha. Y un hinchahueas. Pero fuera de la cancha, un tipo absolutamente querible. Te tengo cariño y un respeto enorme. Hablabas todo el partido. Hinchabas al árbitro, nos hinchabas a nosotros. Me pegaba, le pegaba yo. Nunca tuvimos un problema por eso. Tampoco nos cobraba revancha afuera. Terminaba el partido y nos dábamos un abrazo. Así tiene que ser. adentro y afuera".