Movimiento en las calles, olor a arroz y pescado, mujeres que recuperan la sonrisa comiendo un mango y gente agolpada en las puertas de las mezquitas forman en Dakar, la capital de Senegal, la imagen y sensaciones al caer la noche en los días del Ramadán.
En esta ciudad ubicada en la costa atlántica de Africa, alrededor de las seis de la mañana, con la salida del sol y la primera oración del día, el panorama se transforma y vuelve el silencio: los creyentes se abstienen de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales hasta la puesta del sol, sobre las siete y media de la tarde.
En Senegal, el Ramadán comenzó el pasado sábado, cuando la Comisión de Observación del Creciente decretó su inicio en un caso excepcional ya que, por primera vez desde hace años, los senegaleses se pusieron de acuerdo y todos los grupos musulmanes del país lo comenzaron el mismo día.
En este mes sagrado de ayuno musulmán, muchos dicen adiós a bailar el "mbalax" (música moderna senegalesa) hasta altas horas de la madrugada, a las frescas infusiones de "bissap" (hibisco) a media mañana e incluso a ir a la playa.
RAMADAN
Algunos aprovechan esta época "de reflexión", como la describe el Corán, para reformar sus locales, como es el caso del restaurante Ozio, de Dakar: "La clientela baja, por lo que es un buen momento para hacer obras", explica su dueño.
Otros hacen durante este mes lo que no han hecho durante el resto del año: "Ahora que es Ramadán me voy a poner a estudiar", dice El Hadj Dialo, de 26 años, estudiante en la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar.
Y hay hasta quien le da su propio significado: "El Ramadán es bueno para la salud, así bajo de peso", cuenta Aicha Fall, musulmana "por tradición familiar".
El cerdo y el alcohol están prohibidos a los musulmanes, sea o no Ramadán, pero aún así la destilería "Chez Sam" sigue funcionando: "Para los turistas principalmente, aunque también siempre hay algún musulmán que abandona", explica uno de los empleados.
A la salida de la destilería, Tomás Gome espera a un amigo: "Nosotros no tenemos la culpa de que sea Ramadán, quiero seguir haciendo mi vida como siempre", se queja este joven, de religión cristiana, que profesan el 5% de los senegaleses.
TURISMO
Los turistas también se ven afectados: Manuel Hernández llegó hace dos días a Dakar y no ha podido ir a cenar al restaurante que le recomendaron porque de la puerta del restaurante cuelga un cartel que dice: "Cerrado por Ramadán".
No es el caso de Paloma Portela, residente española en Senegal, quien señala: "Hago el Ramadán solidario, por respeto y curiosidad", y ha estado casi una semana ayunando durante el día, tiempo que considera suficiente para "entender el significado".
El ayuno se da por finalizado quince minutos antes de la hora prevista en el mercado artesanal de Soumbedioune, a las afueras de la ciudad, donde un grupo de jóvenes se amontona alrededor de una mesa improvisada para comer "tiéboudiene", el plato nacional, basado en pescado, arroz y verduras.
A las afueras de la mezquita de la calle Felix Faure se repite la misma escena y, después de cenar, Mamadou y sus amigos brindan por la ruptura del ayuno con vasos llenos de "bouy", zumo obtenido de la fruta del baobab.
SENEGAL
Senegal, país que constitucionalmente no es confesional, tiene un 94% de población musulmana, según datos del Ministerio de Asuntos Exteriores español, y pertenece a la Organización de Conferencia Islámica (OCI), en la que ejerce actualmente la Presidencia de turno su jefe del Estado, Abdoulaye Wade.
El carácter sagrado del Ramadán, el noveno mes del calendario islámico, se debe a que fue en este mes cuando, según la tradición, el profeta Mahoma recibió la revelación del Corán.
El ayuno en el Ramadán, uno de los cinco pilares del Islam -junto a la profesión de fe, la oración, el dar limosna y el peregrinar a La Meca-, lo ha de cumplir todo musulmán, excepto las mujeres embarazadas, los enfermos, los niños y los viajeros.
Los senegaleses tienen por delante un mes en el que algunos cumplirán las normas del Corán, mientras que otros le darán su propio significado o buscarán la manera de escaparse de las exigencias religiosas.