Hecha la ley, hecha la trampa. El antiguo refrán popular refleja la cultura que ha dejado al descubierto una serie de investigaciones regulatorias en los mercados financieros internacionales, en particular en la fijación de los "referentes", tasas que sirven para establecer los costos en múltiples contratos.
Las pesquisas partieron en 2008 con la Libor, una tasa que fija el piso para múltiples créditos a nivel internacional. Pero una investigación iniciada por las autoridades británicas, a la que se sumaron después los reguladores estadounidense y europeo, mostró las deficiencias en el modo en que se establecía la Libor. Hasta ahora, la investigación se ha traducido en el despido de docenas de operadores y ha costado a unos 15 bancos al menos US$ 6 mil millones en multas y gastos legales.
A pesar de su importancia, la Libor se fijaba de manera bastante artesanal: con una encuesta entre ejecutivos bancarios, que informaban cuánto les cobraban por prestarles dinero en el mercado interbancario. La investigación concluyó que, mediante mensajería instantánea (chats) y correos electrónicos, los operadores se ponían de acuerdo para entregar datos que favorecían sus posiciones de inversión.
Ese fue el primer paso. Las autoridades (y los bancos) no tardaron en darse cuenta de que el de la Libor (y sus derivados, como la Euribor) no era un caso aislado y que la situación se repetía en otros mercados. Los referentes usados en el petróleo, el oro y los derivados también resultaron ser vulnerables al abuso y están siendo investigados por posibles irregularidades.
En noviembre pasado, por ejemplo, Bloomberg informó que cuatro operadores en el mercado petrolero, tradicionales pero de menor tamaño, presentaron una demanda en Nueva York asegurando que las grandes petroleras, como BP, Statoil y Shell, conspiraron con Morgan Stanley, Vitol Group y otros operadores para manipular el precio del Brent -referente para más de la mitad del crudo del mundo y sus derivados. Lo hacían entregando información falsa a Platts, un servicio de noticias y precios cuyas cotizaciones son usadas por los operadores en todo el planeta.
Y en los últimos meses los reguladores comenzaron a investigar el que tiene el potencial de ser el mayor de todos los escándalos de manipulación de tasas. Al menos una docena de agencias gubernamentales de EE.UU., Europa y Asia está revisando si hubo intervención en los tipos de cambio, un mercado cuyo tamaño, US$ 5,3 billones al día, se consideraba una barrera para eventuales intervenciones.
Hasta ahora, unos 20 ejecutivos han sido suspendidos o despedidos de al menos nueve bancos bajo escrutinio, entre ellos: Barclays, Citigroup, Deutsche Bank, HSBC, JPMorgan, Lloyds, Royal Bank of Scotland, Standard Chartered y UBS. Los funcionarios suspendidos van desde jefes de división a operadores, en Nueva York, Londres, Tokio y hasta Buenos Aires.
La acusación es, de nuevo, el uso de chat, esta vez para compartir información de los clientes y coludirse para manejar los precios. Un puñado de altos ejecutivos, que participaba en una sala de chat conocida como la "mafia" o el "cartel", es objeto de especial atención.
Los bancos están realizando sus propias investigaciones. La mayoría ya prohibió el uso de salas de chat abiertas a sus operadores. Además, descubrieron que colaborar con las autoridades puede ayudarlos a disminuir las multas. En diciembre, UBS escapó a una multa de 2.500 millones de euros de la Comisión Europea a cambio de información sobre un cartel que manipulaba la Yen-Libor.
Es probable que transcurra algún tiempo antes de que los cambios de cultura y comportamiento sean evidentes. Pero ya hay señales de que ese será el camino: hay un menor apetito por riesgo y las actividades con fondos propios, que los operadores usan para que sus instituciones ganen dinero, están perdiendo relevancia.