A pie de calle, el desparpajo de Pablo Aránguiz contrasta con la timidez de Francisco Arancibia. Pero en la cancha todo cambia. Es otro hábitat el reino del jugador. Allí el equilibrado es Aránguiz, el hombre que maneja el tempo del partido, haciendo girar en torno a su menuda figura todo el fútbol ofensivo de Unión. Y allí es también donde Arancibia se tranforma en el insolente extremo de O'Higgins, lleno de vértigo, que tira diagonales, que incomoda y que busca; el descaro hecho jugador. Y es que el fútbol y la vida son dos juegos diferentes. Como también lo son Arancibia y Aránguiz, reunidos esta tarde en el centro de juegos Happyland del Mall Plaza Norte para hablar del Clausura 2017, el escenario de sus últimas travesuras y de su primera gran explosión.

"Estaba concentrado y leí la noticia de que había sido elegido. Estaba buscando en internet, informándome, y encontré la encuesta. Por lo que estaba haciendo y cómo lo estaba haciendo, la verdad es que me lo esperaba. Pero no estaba seguro al 100%. Quedé bastante contento porque es un gran logro. Yo lo hablaba con mi familia y les decía: Ojalá que voten por mí", explica Francisco Arancibia (20). Y lo hicieron. Con seis sufragios (los otorgados por los técnicos Miguel Ponce y Francisco Bozán, y los capitanes Luis Marín, Esteban Paredes, Alejandro Camargo y Cristián Álvarez), el centrocampista de O'Higgins fue nombrado jugador revelación del fútbol chileno en la encuesta del torneo realizada por La Tercera.

Pero no fue el único. Pablo Aránguiz (20), recibió el mismo número de votos, merced a las preferencias de los técnicos Pablo Guede, Hugo Vilches, Fernando Vergara y Germán Cavalieri, y de los capitanes Albert Acevedo y Gabriel Castellón. "No tenía idea de la encuesta y tampoco lo esperaba, pero me siento muy contento de haber sido escogido junto al Francis", manifiesta por su parte el mediapunta del cuadro hispano, tras bajarse de la bicicleta y fundirse en un sincero abrazo con su compañero y competidor.

Son las seis de la tarde en Santiago cuando los futbolistas del futuro -y del tan manido recambio- ingresan juntos en las instalaciones del Mall. Siempre han sido rivales, desde niños, pero sus caminos han seguido siempre rumbos paralelos.

Y es que son muchas las cosas que tienen en común los futbolistas revelación del último torneo. La misma edad, 20 años, y una estatura prácticamente idéntica, bordeando los 170 centímetros. Un proceso de formación integral en las series menores de los clubes profesionales a los que ahora representan, e incluso una desilusión compartida, el haberse quedado fuera, a última hora, de una nómina de la selección chilena. De dos Sudamericanos Sub 20, para más señas.

Arancibia fue el primero en sufrirlo, en 2015, en vísperas del certamen celebrado en Uruguay. "Estuve todo el proceso del Sudamericano, pero tuve algunas lesiones que me jugaron en contra. Yo soy bastante autocrítico, pero creo que hice buenos partidos de preparación. A falta de una semana y media, sin embargo, me dejaron afuera. Pero son cosas del fútbol, son decisiones técnicas y yo no puedo criticarle nada a (Hugo) Tocalli", explica, en tono conciliador, el atacante celeste.

Aránguiz, que está a su lado, asiente con la cabeza. Él también sabe lo que es quedarse a las puertas. Concretamente del último torneo continental, celebrado este mismo año en Ecuador, y para el que asomaba como una de las principales promesas. "La decisión es de ellos. (Héctor Robles) habrá tenido sus motivos para haberme dejado afuera a mí. Pero yo tengo que seguir trabajando en Unión Española y haciendo las cosas bien", simplifica el volante hispano.

Nacido en Recoleta el 17 de marzo de 1997, Pablo Mauricio Aránguiz Salazar dio sus primeros pasos en el fútbol en la escuela Recoleta de Chacabuco, la factoría de la que sugieron otras conocidas promesas del balompié chileno, hoy en el profesionalismo. "Mis primeros partidos en cadetes fueron en esa escuela. Jeisson Vargas, Jaime Carreño, Carlitos Lobos y yo éramos parte de una misma generación. Luego ellos se fueron a Católica y yo me fui a Unión. Y allí llevo desde la Sub 13", recuerda el Principito del cuadro de Independencia, mientras toma asiento al volante de un auto chocador.

Fue a 189 kilómetros de Recoleta, el escenario en donde Aránguiz comenzó a forjar su destino en el mundo del fútbol, donde Francisco Andrés Arancibia Silva (11 de diciembre de 1996), empezó a asfaltar el suyo. En Santa Cruz, la apacible localidad de la Sexta Región desde la que el hijo mayor de Leopoldo y sobrino de los también ex futbolistas Franz, Eduardo y Roque Arancibia, tomaba la micro cada mañana en compañía de su abuelo Agustín, para dirigirse a entrenar a la ciudad de Rancagua. "La velocidad yo creo que es lo que todos en la familia tenemos en común. Es una gran coincidencia que todos jugáramos. Ellos son cuatro hermanos y los cuatro jugaron. Ahora yo estoy jugando y mis primos chicos también vienen. Y eso es algo que no se ve en cualquier lado", confiesa hoy el nuevo sucesor del clan, el sobrino del viento, cuya forma de jugar -la de un extremo clásico-, parece empecinada en rendir tributo a su clásico apellido.

Las excepciones a la regla

Si bien la obligatoriedad de conceder protagonismo a los futbolistas juveniles en los planteles de Primera se convirtió en mandato imperativo hace apenas dos años (con la norma de los 675 minutos por equipo y por campeonato), basta con echar un vistazo a los números firmados por estos jugadores en el pasado Clausura para comprender que se trata de excepciones que confirman la regla. Dicho de otro modo; sus presencias en las oncenas titulares hace tiempo que dejaron de ser una imposición estadística externa.

Trece partidos, 11 ellos desde el inicio, disputó Pablo Aránguiz el pasado semestre (943 minutos de 1350), jalonados con tres goles y tres asistencias. El cerebro de Unión fue uno de los futbolistas que más faltas recibió a lo largo del torneo (53). "Es mi primer semestre jugando, con muchos partidos, y yo creo que logré aportar al equipo. Haciendo las cosas bien, uno se va ganando posibilidades", reconoce ahora. Al as en la manga de Martín Palermo le resta un año de contrato en Independencia, por lo que lograr retenerlo en el largo plazo asoma ya como una ardua tarea. Su identificación con la camiseta que ha defendido durante toda su vida, podría facilitar la empresa. "Yo quiero ganar cosas importantes con Unión. Es un equipo en el que he estado toda mi vida, del que me hice hincha. Es mi segunda casa", sentencia.

Pero más incidencia aún, en términos de participación, tuvo el torneo pasado el imprevisible Francisco Arancibia. El hombre que con 18 años estuvo a un paso de firmar por el Corinthians y acabó jugando en la Sub 20 de su archirrival, el Palmeiras; y que hace un año regresó a El Teniente para convertirse en pieza fundamental en el ataque del Capo de Provincia, fue titular en todos los partidos del semestre. Sumó la friolera de 1.199 minutos, dio tres asistencias de gol, pero no consiguió anotar. Y pese a su amor por el cuadro celeste ("O'Higgins es el club que me lo ha dado todo"), su vínculo contractual, que expira en 2019, hace tiempo que se tambalea. "Estoy en un punto importante de mi carrera. Me siento en el momento de dar el gran paso y poder seguir creciendo y desarrollándome como jugador. Es muy lindo lo que estoy viviendo", reconoce el joven futbolista al que los medios llegaron a comparar en su día, por su perfil zurdo y su endiablado slalom, con el mismísimo Lionel Messi. "No me gusta compararme con nadie, me gusta ser yo mismo, pero admiro el juego de Di María", confiesa.

Y sin perder ni un ápice de esa viveza juvenil que les ha permitido poner patas arriba el fútbol chileno en sólo un semestre; y pese a ser hoy padres primerizos ambos (de sendas niñas, por cierto), Arancibia y Aránguiz, Aránguiz y Arancibia, ceden al juego. Y tras compartir durante más de una hora en las instalaciones del Mall sus filias y fobias con La Tercera, el mediapunta de Unión, "amante de la cumbia, la hípica, el póker y el juego en general, aunque no ludópata" -precisa-; y el puntero de O'Higgins, un chico "bastante tranquilo" al que le gusta la "vida familiar", admirador de Manny Pacquiao, "derecho para pegar y zurdo sólo de pierna", presentan sus credenciales para liderar el recambio. "Hay recambio. Hay muchos jóvenes que sí son buenos. Desgraciadamente, las dos Sub 20 que han ido al Sudamericano no lo han demostrado, pero no merecían tampoco quedar así. Está Francis, por ejemplo, que es muy bueno, tiene mucha técnica y es muy veloz. Por algo salió mejor jugador revelación también", finaliza Pablo Aránguiz. Y Francisco Arancibia, su otra mitad, complementa: "No me agrada mucho escuchar que no hay recambio. Pero eso me da aún más ganas de seguir demostrando de lo que soy capaz. Porque sí hay un recambio". La doble A del Clausura 2017 ha derribado la puerta.