Brasil esperó 64 años para exorcizar los fantasmas del Maracanazo, pero en vez de eso sufrió una nueva derrota que seguramente atormentará al país por las próximas décadas.

Muchos creían que organizar este Mundial era la forma de borrar de una buena vez por todas los recuerdos de una derrota que es una página indeleble de la historia del fútbol de Brasil. Nadie pensaba en que lo que pasó el martes podría ocurrir.

La goleada 7-1 de Alemania sobre el pentacampeón del mundo será una herida que no sanará fácil en el país y era algo que nadie creía que pudiera ocurrir, como lo que pasó en 1950.

Esa vez, Brasil necesitaba un empate ante Uruguay en el último partido para ser campeón del mundo por primera vez. Y tras arrasar con sus rivales en los encuentros previos, al menos ese resultado se daba por descontado.

Unos 200.000 hinchas repletaron el recientemente construido estadio Maracaná, esperando que la conquista del título fuera una simple formalidad. Pero Uruguay se impuso 2-1 para dejar la estima de Brasil herida de muerte en el mítico "Maracanazo".

Pese a que los brasileños reconocían que una derrota ante Alemania era posible, nadie imaginó, ni siquiera por un instante, que la selección podría ser vapuleada de semejante manera.

Al igual que el "Maracanazo", la derrota 7-1 en Belo Horizonte dejará cicatrices perdurables.

El entrenador de Brasil Luiz Felipe Scolari, un héroe que llevó al equipo a su quinto título mundial en 2002, ahora será recordado para siempre como el entrenador en la peor derrota de la selección en 94 años.

Lo mismo pasará con el director de selecciones Carlos Alberto Parreira, campeón del mundo en 1994.

ESTIGMA IMBORRABLE

Lo que queda por saber es si este grupo de jugadores quedará tan estigmatizado como los que sufrieron la debacle en 1950.

Moacir Barbosa, el arquero del equipo de 1950, dijo poco antes de morir en 2000 que Brasil nunca lo había perdonado por lo ocurrido 50 años antes.

"Bajo la ley brasileña, la pena máxima es de 30 años, pero yo cumplo una condena hace 50", señaló.

Uno de los peores momentos de su vida fue cuando quiso visitar el centro de entrenamiento del "scratch" en Teresópolis, en 1993, pero fue echado por el cuerpo técnico por temor a que le llevara mala suerte al equipo.

Otro momento triste se produjo 20 años después de la infame derrota, cuando una mujer lo señalo en la calle y dijo: "mira hijo, este es el hombre que hizo llorar a todo Brasil".

El ministro de Deportes de Brasil Aldo Rebelo dio una imagen clara de la mentalidad brasileña en un encuentro con periodistas extranjeros hace dos años.

"No podemos repetir la tragedia nacional de 1950 (...) Perder con Uruguay en 1950 no solamente impactó al fútbol de Brasil, impactó la autoestima del país".

Scolari agregó drama al tema al decir cuando asumió el cargo en la selección que tenia la "obligación" de ganar la Copa en casa.

"Al que no le guste la presión es mejor que se vaya a trabajar al Banco de Brasil o se siente en una oficina a no hacer nada", sostuvo en ese momento.

Pero la inesperada caída del martes, que se produjo tras un grosero defensivo que permitió la apertura del marcador, parece mostrar que el peso del "Maracanazo" sigue siendo demasiado.