Las orcas, una de las más populares y amistosas de las ballenas que llegan a la costa de Chañaral de Aceituno, en la comuna de Freirina, se han transformado cada verano en la atracción principal en esta pequeña caleta ubicada al sur de Atacama, en el límite con la Región de Coquimbo y a 270 kilómetros de Copiapó.
"Tienen un carácter muy parecido a los delfines, les gusta arrimarse a los botes, pasar por debajo y hacer piruetas", describe Luis Canales, asesor de Servicio Nacional de Turismo (Sernatur) en Atacama. El, además, es el encargado de la coordinación con los pescadores locales que hacen los tours en bote para ver los cetáceos en su estado natural. Esta experiencia atrajo el verano pasado a 14 mil visitas y ha posicionado a Chañaral de Aceituno en el segundo mejor lugar del país, después de la Antártica, para ver a estos gigantes.
Para capitalizar este atractivo, la comunidad local realizará hoy el lanzamiento oficial de la temporada de avistamiento. Para ello, el municipio de Freirina, en conjunto con Sernatur, ha trabajado con la comunidad para realizar una explotación sustentable del recurso natural, fomentando la conciencia turística y mejorando la calidad del servicio.
La caleta está en pleno desarrollo para mejorar la oferta de alojamiento y gastronomía, cuenta con escuelas de buceo y al menos 13 guías que hacen traslados en bote para avistamientos, todos servicios a cargo de lugareños. Destacan, además, sus costas vírgenes, dunas blancas, la tranquilidad del lugar y sus aguas turquesa.
"Freirina cuenta con lugares mágicos y enigmáticos, tanto costeros como las ruinas de los antiguos vestigios mineros de la comuna. Estamos muy esperanzados en que la cantidad de turistas será muy alta, razón por la cual los vecinos los esperan con más comodidades este año", dice el alcalde de Freirina, César Orellana.
En estos meses de verano, en que la corriente de Humbolt atrae a enormes masas de krill a la costa de Chañaral de Aceituno y que sirven de alimento a las ballenas, es que los avistamientos aumentan considerablemente. Esta zona es privilegiada para esta especie en su agotadora migración desde las cálidas aguas del trópico hacia la Antártica. Aquí reponen fuerzas y se reproducen especies como la ballena Azul, Blanca, Fin, Minke, además de colonias de delfines nariz de botella -que viven permanentemente en el lugar-, y las famosas orcas, que cada verano repiten el ciclo.
"Las características tanto de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt como de la caleta Chañaral de Aceituno permiten que cualquier persona pueda conocer los cetáceos del desierto, generando un crecimiento turístico relevante en los últimos años, que se complementa con los atractivos del valle de Huasco", sostiene Daniel Díaz, director de Sernatur Atacama.
Para los turistas no es posible avistar a estos animales desde la caleta. Es necesario internarse y navegar por la reserva marina hasta la isla Chañaral, donde no está permitido desembarcar para no afectar el delicado bioequilibrio.
Los cetáceos se alimentan en el verano alrededor de esa isla, que junto a las islas Damas y Choros (ambas de la IV Región) forman parte de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, por su concentración de biodiversidad y especies de fauna marina protegida. En esta área protegida por Conaf es posible observar chungungos, lobos de mar de un pelo, la concentración más alta de pingüinos de Humboldt, entre otras especies de fauna marina. Además de 59 especies vegetales como añañucas amarillas, lirios y cactus.
La observación de cetáceos debe cumplir con las normas internacionales para que la actividad turística no perturbe el ciclo vital de los cetáceos. En este sentido, se ha puesto cuidado en que botes se acerquen de a uno para no estresar a los animales.