Cuando se conocieron, ella era una joven agente literaria y él un escritor inédito. Un año después, en 1979, Pat Kavanagh y Julian Barnes se casaron en Londres. "Yo tenía treinta y dos años cuando nos conocimos, sesenta y dos años cuando murió. El corazón de mi vida; la vida de mi corazón", escribe él ahora. En 2008, Pat fue diagnosticada con cáncer. El desenlace fue demasiado rápido: "Treinta y siete días a partir del diagnóstico hasta la muerte", relata el escritor británico en Niveles de vida, su obra más reciente.

Julian Barnes y Pat Kavanagh estuvieron en Chile aquel 2008. Seis meses después ella murió por un tumor cerebral. Niveles de vida es el relato de su duelo. "Toda historia de amor es potencialmente una historia de dolor", reflexiona el autor de El loro de Flaubert en el libro. Un libro inusual, compuesto de tres historias diferentes, sutilmente conectadas, que culmina con su testimonio biográfico.

Publicado a mediados de 2013 en el Reino Unido, Niveles de vida se edita en octubre en español y antecede a los nuevos libros de sus compañeros de generación: La zona de interés, de Martin Amis, y La ley de la infancia, de Ian McEwan. El primero vuelve sobre el Holocausto, muy al estilo Amis: con una comedia de líos amorosos entre nazis; el segundo plantea el dilema de un adolescente con leucemia que se niega a una transfusión sanguínea por sus creencias religiosas.

A 30 años de su presentación como "Los mejores novelistas jóvenes británicos" por la revista Granta, los tres son los autores más reputados y activos de su generación. Con sus diferencias de estilo e historia, los tres se enfrentan ahora a la muerte en sus obras.

Julian Barnes (1946) ya se había aproximado al tema en su novela El sentido de un final (2011), una historia de amistad y amor por la que recibió el Man Booker. También había tocado el asunto en su ensayo Nada que temer, publicado poco antes de la muerte de Pat. Allí escribe desde su posición de ateo, a partir de recuerdos familiares.

En Niveles de vida, su reflexión es una confesión directa. Pero antes de ello, Barnes traslada al lector al siglo XIX: relata una historia sobre los pioneros de los globos aerostáticos y las fotos aéreas, y una segunda sobre uno de aquellos personajes y su amor imposible por la actriz Sarah Bernhardt.

En la tercera parte, Barnes expone su dolor. "Uno junto a dos personas que no se habían juntado antes. Entonces, en cierto punto, antes o después, por una razón u otra, una de esas personas se va. Y lo que se va es mayor que la suma de lo que había. Esto puede no resultar matemáticamente posible, pero es emocionalmente posible".

El viudo describe la intolerancia del duelo en los demás: algunos amigos lo evitaban, otros preferían no hablar de Pat. Había aquel que lo trataba como si se tratara de una enfermedad a superar. También el que le preguntaba: "¿Has encontrado a alguien ya?".

En esas páginas, el escritor confiesa que consideró el suicidio. Había decidido la forma: "un baño caliente, una copa de vino junto al grifo, y un cuchillo japonés excepcionalmente afilado". Pero su muerte habría sido también la muerte de la memoria de su mujer. El libro llegaría en noviembre.

"Mamá, ¿quién era Hitler?". Martin Amis (1949) tenía 10 años cuando hizo esa pregunta. "No te preocupes por Hitler. Tienes el pelo rubio y los ojos azules. A Hitler le habrías encantado". La respuesta quedó en su conciencia y de ahí nació una de sus novelas más notables: La flecha del tiempo, la historia del ex médico nazi Tod T. Friendly, en un relato que retrocede hasta Auschwitz.

Casi 25 años después, Amis vuelve al mismo territorio. "'Zona de interés' es la expresión que utilizaban los nazis para referirse a Auschwitz y su entorno", contó al diario El País. "Cuando hablaban de interés, lo hacían en sentido económico; con el paso de los años, mi incredulidad acerca de todo aquello ha ido en aumento, por eso he vuelto a escribir sobre el Holocausto".

La novela es una comedia negra ambientada en el campo de exterminio y narrada por tres personajes: Angelus Thomsen, un funcionario de rango medio a cargo de una fábrica de caucho, sobrino de uno de los jerarcas nazis; Paul Doll, el comandante de campo, un bufón tiranizado por sus superiores y despreciado por su esposa, Hannah, objeto de deseo de Thomsen; y Szmul, un prisionero judío encargado de la peor de las tareas: vigilar las cámaras de gas y asistir al exterminio de sus compañeros.

A través de la voz de los dos primeros, Amis hace una sátira del nazismo, su vulgar megalomanía y su infinita crueldad. En la figura de Szmul, dibuja "uno de los más trágicos personajes de la ficción contemporánea", según The Independent. La zona de interés es probablemente la obra más elogiada de Amis en años y acaso la más polémica: sus editores en Francia y Alemania rechazaron publicarla. Anagrama la editará en 2015.

"Esta es la mejor novela que ha escrito desde Chesil Beach (2007)". Así comenzaba The Guardian la reseña de La ley de la infancia (The children act), el nuevo relato de Ian McEwan (1948). La historia arranca una tarde de domingo en la casa de Fiona Maye, jueza del Tribunal Supremo. En apariencia, su vida parece confortable, tranquila y segura. Pero es sólo eso: apariencia.

Después de 30 años de matrimonio, su marido le anuncia que le será infiel: necesita vivir una aventura antes de morir. En su trabajo enfrenta un caso difícil: el de Adam, un adolescente con leucemia cuyos padres se niegan a una transfusión que podría salvarle la vida. Son testigos de Jehová. Adam está de acuerdo con ellos. Ella debe tomar una decisión.

"La muerte presiona en mi escritura y se convirtió en el tema, aun cuando no esté en primer plano", ha dicho McEwan. A él, como a Barnes y Amis, le afectó también una muerte muy cercana, la del periodista y escritor Christopher Hitchens. Ello, dijo McEwan, "ha dejado uno de los mayores vacíos imaginables". Para Martin Amis era más que un amigo, "casi un hermano". A él está dedicada La zona de interés y en su próxima obra, autobiográfica, Hitchens ocupará un rol central.