A las 0.00 del primer sábado de 2013, Gonzalo Núñez (25) salió en libertad tras cuatro años preso en la cárcel de Valparaíso, luego de ser condenado por robo con intimidación. “No tenía trabajo y quería plata para comprar drogas”, recuerda. Nadie lo esperaba en la puerta del recinto. Tomó un colectivo al centro del Puerto y luego otro a Quilpué, su ciudad de origen. Vestía una casaca deportiva, jeans y unas zapatillas nuevas que compró con el dinero que ganó haciendo aseo en los salones de visitas en la Penitenciaría. En el trayecto, prendió varios cigarros. “Mi único vicio”, asegura.
“Iba feliz”, reconoce. Volvería a ver a su pequeña hija y a su padre. Pero no era la única alegría que lo acompañó esa noche. Gonzalo fue uno de los 1.105 reclusos que se inscribieron para rendir la PSU (entre ellos 100 mujeres). Su rendimiento fue sobresaliente: 557 puntos en Matemáticas, 704 en Lenguaje y 786 en Historia. Todo un logro, tomando en cuenta que el 92% de los internos logró puntajes iguales o inferiores a los 450.
“Salí de cuarto medio con promedio general 5,5, porque fui a puro lesear, pero arriba de 6 en historia”, recuerda. “No quería que estos cuatro años preso se convirtieran en nada. Se me ocurrió dar la PSU porque salía libre el 4 de enero y pensé que si lograba un buen puntaje podría entrar a la universidad a estudiar Pedagogía en Historia, mi sueño”.
Cuenta que desde que llegó a la cárcel “estudié por mi cuenta. Iba seguido a la biblioteca y me hice amigo del encargado que me prestaba los libros. Algunos profesores me regalaban los facsímiles. Es paradójico, pero la cárcel me ayudó a sacar este puntaje”. Pero no fue fácil. Por su buena conducta, Gonzalo obtuvo la salida dominical a mediados de 2011. Sin embargo, el poco tiempo libre le jugaba en contra. “Estuve seis domingos fuera y no me alcanzaba el tiempo para nada. Quería generar recursos y al final mi papá me tenía que dar plata para volver a la cárcel. El sexto domingo tomé alcohol. Como yo formé parte de un centro de rehabilitación, esto me dejó mal. Primera vez que confiaba en mí y me equivoqué. Desde ese día que no consumo nada”, asegura.
Su rutina partía antes de las 7 de la mañana. A esa hora, la cárcel aún no se desperezaba y él ya estaba leyendo. Confiesa que la noche antes de salir se desveló. “Repasé mi vida. Todavía estaba emocionado, porque yo quería que me fuera bien en la PSU. Recordé las noches de invierno, cuando los cabros en la pieza dormían abrigados y yo me quedaba estudiando. Mis tres compañeros de celda están súper orgullosos de mí, los echaré de menos”, dice.
También recuerda los primeros días preso, cuando tuvo que acostumbrarse a los códigos carcelarios. “Lamentablemente, la mayoría de los conflictos se resuelven con peleas, pero yo no me considero ni siquiera un delincuente. Acá a veces debes ser agresivo, pero con los niños jamás lo sería. Acá he hecho clases y me encanta enseñar”, sostiene.
Para cumplir ese sueño, Gonzalo postuló a la Beca Vocación de Profesor, que exige un puntaje superior a 600 puntos. “Yo ponderé 630 puntos, así que no debería tener problemas”, asegura.
Desde el Ministerio de Educación explican que si el postulante se inscribió oportunamente en www.becavocaciondeprofesor.cl y cumple los requisitos, su calidad de reo no impide obtener el beneficio. De hecho, el ministro Harald Beyer dice que "en el caso puntual de una persona que se quiere reinsertar y tenga realmente la vocación de enseñar, la sociedad tiene que tener la capacidad de perdonar, y si el delito es menor y no pone en riesgo a los niños y jóvenes, no hay problemas en que postule".
En la Cárcel de Valparaíso hay en la actualidad 2.956 reos, la mayoría de alta peligrosidad, “por lo que el logro de Gonzalo es aún más llamativo, dada la suerte de contagio delictual”, destaca la seremi de Justicia regional, Isabel Antarola.
Para la ministra de Justicia, Patricia Pérez, que visitó a Gonzalo y le llevó libros de regalos antes de que saliera libre, “este caso demuestra la nueva política penitenciaria: más capacitación y educación, los elementos claves para la reinserción. Esto da cuenta que a más oportunidades, también hay más seguridad”, dice.
“Para ser feliz en la vida, uno debe concentrase en lo que uno quiere y a mí me hace feliz la historia”, dice Gonzalo poco antes de llegar a casa.