En marzo de 2004, cuando Soledad Alvear surgía como la candidata presidencial más fuerte de la DC y Adolfo Zaldívar conducía el partido, Gutenberg Martínez convocó durante todos los días, por al menos una semana, a decenas de dirigentes a su oficina de calle Teatinos. Martínez regresaba de un largo autoexilio de la política, para tomar el control de su colectividad y daba inicio a seis años de intensa actividad política.

El ex diputado y esposo de Alvear obtuvo entonces la primera mayoría en el consejo nacional del partido, una de las instancias con mayor poder de resolución y bastión de la llamada "máquina" DC. Martínez llegaría a impulsar la expulsión de Zaldívar dos años después y en su regreso a la política sólo habían cambiado algunas de las tradiciones de los 90, cuando era el hombre fuerte de Patricio Aylwin en el partido. Las reuniones ya no eran en casas ni en el restaurante La Mansión de la Novia y no contaba con varios de sus hombres ancla, como los ex alcaldes Cristián Pareto y Juan Claudio Godoy, quien en esos años solía invitar hasta 300 delegados a la casa de su madre -en San Miguel-, a grandes comidas, para amarrar las votaciones un día antes de los encuentros partidarios.

El sábado 8 se elegía otra vez a los miembros del consejo. Ese día, sin embargo, Martínez llegó al Círculo Español y se sentó en la última fila. Sólo saludó a un par de delegados que se le acercaron, escuchó el discurso del timonel Ignacio Walker y luego se dirigó a almorzar a su casa, en Ñuñoa.

Algunos de los referentes del sector de la DC que encabezó por décadas, el de los "guatones", tendrían horas más tarde una fuerte derrota y no lograrían ser electos. Se trataba de Roberto León, Juan Carlos Latorre, Francisco Frei, Exequiel Silva y Marigen Hornkohl, entre otros.

La automarginación de Martínez en la elección terminaría por trizar su larga relación con la llamada "máquina invencible" de la DC, la misma que a fines de los 60 comenzó a articular con varios de sus amigos de generación, como Mario Fernández, Manuel Antonio Matta y Marcelo Rozas. Fue en agosto, durante un encuentro en el restaurante El Parrón, en la víspera de las elecciones internas del partido. Aquella vez, Martínez encabezó un encuentro con varios exponentes del grupo, como León, Cornejo, Latorre y el ex senador Sergio Páez. Los dirigentes, como en otras ocasiones, querían levantar un candidato propio para controlar el partido y enfrentar al senador Walker.

Martínez esta vez no los acompañó. Con la reciente derrota de Eduardo Frei sobre la mesa, el ex diputado se manifestó partidario de sumergirse en los próximos dos años. Argumentó varias razones. Desde que en este período no habrá grandes definiciones políticas, al no existir elecciones de por medio, a esperar los movimientos del gobierno de Sebastián Piñera y la izquierda concertacionista. Quería darle un espacio a Walker, quien podía forjar acuerdos tácticos con el gobierno. Su intervención, sin embargo, fue rechazada por los "guatones" históricos. No sólo eso. "Yo estoy disponible para competir", afirmó Cornejo.

El ex diputado dijo días después que había conseguido el apoyo de Alvear. Eran los mismos días en que Fulvio Rossi (PS) y Carolina Tohá (PPD) pasaban por difíciles momentos, luego de que ambos apostaran por las presidencia de sus partidos. El hecho de que el matrimonio no apareciera dividido, señalan cercanos a Cornejo y otros "gutistas", habría terminado con la senadora tomando distancia de la contienda. El parlamentario bajó su postulación al no contar con apoyos.

Martínez llamó a varios dirigentes de su sector a la semana siguiente. A León y a Latorre les volvió a explicar su posición, señalándoles que, a su juicio, este era el momento de la "renovación" y que no le era indiferente que lo culparan de la derrota por la prensa.

A esa altura, sin embargo, Alvear también tenía cuentas pendientes. El senador Pizarro, uno de sus hombres más cercanos, aún estaba dolido, luego de que a inicios de año la senadora saliera al paso de su candidatura a la presidencia de la Cámara Alta. Meses después, el matrimonio no apoyaría al candidato de su sector -Hugo Lara- para asumir el frente de profesionales de la DC.

EL REPLIEGUE
Las heridas siguieron abriéndose en las elecciones del fin de semana pasado. Martínez dio libertad de acción y sólo respaldó al dirigente Moisés Valenzuela, quien sigue siendo su hombre de mayor confianza y obtuvo mayoría nacional en el consejo DC. Lo mismo hizo Alvear, quien envió un email a varios delegados pidiendo su apoyo. Por el contrario, los "guatones" históricos ni siquiera contaban con un encargado de sala, como se llama a los dirigentes que ordenan las facciones internas a la hora de votar o forjar alianzas. Esa tarea la había ejercido por más de 10 años el diputado León, quien en 1999 fue el encargado de coordinar un masivo acto en el Estadio Nacional, para que la DC proclamara a Ricardo Lagos tras la derrota de Andrés Zaldívar en las elecciones primarias.

Hoy, el repliegue de Martínez no sólo ha significado concentrarse en la rectoría de la Universidad Miguel de Cervantes. Entre sus antiguos aliados señalan que si su apuesta es retomar el liderazgo interno en el tercer año del gobierno de Piñera, la tarea no será fácil. Que existen muchas heridas entre sus ex seguidores. 

Por el contrario, en el entorno de Martínez señalan que el ex diputado aún conserva grados de influencia muy importantes. No sólo por la relación que mantiene con el actual timonel DC, sino que, además, por los siete consejeros del partido que, según señalan, se identifican con él. Su apuesta, dicen quienes lo conocen, pasa por renovar la estructura de la DC.

Entre sus seguidores y detractores se ha instalado un tercer grupo al interior de la DC. Para algunos, el que el ex diputado haya decidido sumergirse está en directa consonancia con la crisis de la Concertación, por tratarse de un asunto que está en su génesis: el dirigente y sus partidarios, junto a algunos ex Mapu, fueron los articuladores del periodo de la transición y luego de los gobiernos de Patricio Aylwin, Eduardo Frei y Ricardo Lagos. En todo caso, todos le reconocen su gran habilidad política y no descartan que pueda recuperar su sitial en el futuro.