El proceso de Qatar en el hándbol planetario es interesante de analizar. En sus cuatro mundiales anteriores pasó de ronda una vez y sólo sumaba tres triunfos. Ahora, en su Mundial, los qataríes ya llevan siete victorias, son el primer equipo no europeo en la final del torneo y están a un juego de seguir rompiendo la historia. ¿Qué pasó?

La nacionalización pasó. Lo que hizo Qatar fue muy simple: naturalizó un gran contingente de europeos y africanos para afrontar su campeonato, no deslucir y, eventualmente, conseguir algo importante. Y ya lo hizo.

A revisar: en la nómina qatarí aparecen tres montenegrinos, dos bosnios, un cubano, un español y un francés, casi la mitad del plantel de 17 jugadores. Todos tienen doble nacionalidad y todos, salvo el arquero bosnio-qatarí Danijel Saric, juegan en la liga local.

La idea, muy provechosa para Qatar, ha sido altamente criticada desde Europa, tanto por medios como por deportistas que creen que la regla ha sido desnaturalizada por los del Medio Oriente. La Federación Internacional de Hándbol (IHF) acepta que haya nacionalizados en las selecciones, siempre que posean la nacionalidad y que no hayan sido convocados en los últimos tres años por sus países de origen.

"Creo que esto no cumple el sentido de un Mundial. Es como si estuvieras jugando contra una selección del resto del mundo", indicaba Thomas Bauer, arquero de Austria que cayó ante los qataríes en octavos de final. Incluso, en un gesto de solidaridad, en la semifinal que sostuvieron ante Polonia, los jugadores franceses se convirtieron en hinchas de los eslavos, que poco pudieron hacer ante los qataríes, que ganaron 31-29, y sus tres barras.

Es que a los locales no les bastó con tener ocho nacionalizados. También importó animadores. A la parcialidad local, qataríes nacidos, los reforzaron con un contingente de norafricanos y con un grupo de 60 españoles a quienes los invitaron con gastos pagados de traslado y alojamiento para apoyar a los asiáticos. ¿Y cuando Qatar jugó con España? La barra apoyó a Qatar. La plata manda.

El peso de los petrodólares es la principal hipótesis que postulan los medios europeos que cubren el certamen que finaliza el domingo. Que los jugadores tienen un sueldo de 70 mil euros, que ofrecieron casi un millón de euros por el título... Todo desmentido por el franco-qatarí Bertrand Roiné. "No nos han pagado para venir. Yo no he recibido nada. Es más una oportunidad deportiva que financiera", dice el central, aunque la cercanía del presidente del hándbol qatarí Ahmed Mohammed Abdulrab Al Shaabi con el gobierno es para sospechar.

Esta política iba a ser desechada en 2013, según lo que decía el mismo timonel: "Nuestra población es menor con recursos humanos limitados y usábamos nacionalizados en el pasado. Pero eso cambiará y no nacionalizaremos para el Mundial de 2015". Pero nada pasó.

Algunos aseguran que la hazaña qatarí se sustenta sólo en sus extranjeros, pero hay otros que apuntan al trabajo del técnico español Valero Rivera López, campeón con España en 2013 y considerado como uno de los mejores del mundo. El hispano ha sido capaz de sacarle rendimiento a jugadores de segunda línea, salvo Saric y el montenegrino Zarko Markovic, y los tiene ad portas de un hito en el hándbol mundial.

Por ahora, la IHF evita pronunciarse sobre la nacionalización indiscriminada de los qataríes, que está cerca de la historia en un certamen que busca limpiar en algo la imagen del país por las críticas por el Mundial de fútbol 2022.