El módulo de la sonda  espacial europea Rosetta a punto de posarse sobre un cometa por primera vez en  la Historia no sabe con qué se va a topar, pero ya cumplió el sueño de muchos  científicós, dijo uno de los "padres" de la misión, Roger-Maurice Bonnet.

"Es un poco como Cristóbal Colón llegando a América", comentó a la AFP el científico desde el centro de operaciones de la Agencia Espacial Europea (ESA) de Darmstadt, en Alemania. "No sabe si se va a encontrar con un acantilado o una playa".

"Lo que me parece más extraordinario es el desafío técnico, es algo absolutamente asombroso", agregó.

Philae, el robot de Rosetta que se disponía a posarse sobre el cometa, intenta "aportar un mejor conocimiento sobre los elementos sólidos de este  cometa" explicó Roger-Maurice Bonnet.

Según el "padre" de Rosetta,"la misión es casi perfecta" porque "ya cumplió muchas cosas con las que soñaban los científicos".

Bonnet era director del programa científico de la ESA desde hacía dos años, cuando la misión, que en aquel entonces jamás imaginó posarse algún día sobre  un cometa, fue aprobada por el organismo espacial europeo en enero de 1985, en Roma.

"Fue allí que comenzó esta aventura", recordó el astrofísico.

"Es muy caro traer muestras a la Tierra"

"Para mí, se trata de la culminación de un programa de 20 años. Ya es un éxito impresionante, porque nadie hubiese imaginado que este cometa era tan  espectacular, ni tan rico en informaciones", dijo.

"Pienso que esta misión fue optimizada y de eso estoy orgulloso, porque logré que quepa dentro de un presupuesto limitado. Eso obligó a la gente a  optimizar sus objetivos científicos y a simplificar sus experiencias o recurrir  a tecnologías o sistemas más habilidosos".

"Al principio no les gustó, pero hoy todos admiten que les parece formidable", agregó Roger-Maurice Bonnet, director científico de la ESA hasta 2001.

Al principio, la misión no se llamó Rosetta y aspiraba a traer de regreso a la Tierra muestras de restos de polvo de cometa, como lo hizo más tarde la  misión norteamericana Stardust.

Pero el plan a 20 años había fijado limitaciones de presupuesto muy estrictas.

"Rápidamente, nos dimos cuenta que la misión de recuperación de muestras de cometa era demasiado cara", explica Roger Bonnet. "Se necesitaba un paracaídas, infraestructura marina para recuperar la muestra y construir un laboratorio  especial para analizarla".

En lugar de traer muestras de regreso a la Tierra, se decidió entonces enviar instrumentos al espacio y realizar los análisis "in situ".

Fue allí que nació la idea de enviar además un módulo capaz de posarse en  el núcleo de un cometa.

Al principio hubo dos proyectos, uno franconorteamericano y otro  fundamentalmente alemán. Como los norteamericanos desistieron, Francia y  Alemania sumaron esfuerzos para concretar la idea.