Fue la gran historia de solidaridad y mala suerte. En la novena etapa, entre Tucumán y Córdoba, Josefina Gardulski, la primera mujer chilena en correr un Dakar en motos, se detuvo a ayudar a Axel Heilenkotter, quien había fundido su motor.
Pese a la negativa del piloto, "Kuki" no cejó en tirarlo, aunque restaran 500 kilómetros de especial. Cuando el piloto de Sherco se cayó y se luxó un hombro, Gardulski se dio cuenta de que era inevitable dejarlo e ir a la meta. Poco más adelante su Yamaha se incendió (no está claro aún si el esfuerzo de remolcar otra moto fue la causa), pero como era ya muy tarde, nadie pudo ayudarla.
Ambos, por separado, coinciden en decir que se dieron cuenta de que tienen la capacidad física para terminar un Dakar, pero les falló la moto. Dicen lo mismo, pues lo conversaron y, más aún, proyectaron el futuro.
"La 'Kuki' me ayudó remolcándome y yo la ayudo ahora a buscar auspicios", dice Heilenkotter.
Es que durante los últimos días del Dakar se rumoreaba en los campamentos que el piloto le compraría una moto nueva a Gardulski para 2014, pero no será esa la ayuda que reciba. De hecho, no es exactamente lo que más necesita, ya estuvo a punto de quedarse fuera de este Dakar por falta de auspicios.
"Hacer las cosas en conjunto, un proyecto compartido, independientemente de que corramos en marcas distintas, ya es una ventaja", dice Heilenkotter.
Y sabe de lo que habla. "Soy gerente de marketing de una compañía. Sé de la gente que llega a pedir auspicios, algo entiendo del tema: cómo plantearle a una compañía, a cuál empresa, que sea de consumo masivo...".
"Kuki" agradece y señala que "Axel ya me ha ayudado 'a full', estuvo preocupado de mi entrenamiento, me prestó partes, hay un lazo. Era imposible para mí dejarlo botado ese día".