No podía ser de otra forma. Los cuatro Grandes Premios de motociclismo disputados con anterioridad en tierras texanas habían tenido un único dominador, un solo monarca. Y ayer, el vigente campeón del mundo, Marc Márquez, volvió a ratificar en el Gran Premio de las Américas su condición de plenipotenciario sheriff sobre el asfalto de Austin.

La espectacular pole lograda en la jornada del sábado (la quinta en los cinco años en que el trazado ha formado parte del Mundial de MotoGP), superando por 130 milésimas al líder Maverick Viñales, había representado el primer aviso. Márquez no estaba dispuesto a compartir su terruño con nadie.

La carrera comenzó a lucir muy pronto favorable a los intereses del equipo Repsol Honda. Márquez partió bien en la salida limpia, pero fue su compañero Dani Pedrosa quien, saliendo desde la segunda línea, logró tomar la delantera de la prueba durante los primeros giros, manteniendo a raya a las Yamahas de Viñales y Rossi.

Dos vueltas consiguió tan solo mantenerse en carrera el primero ellos. Viñales, líder provisional del Mundial tras subirse a lo más alto del podio en Catar y Argentina, cometió un error al tomar la curva 14 y terminó besando el asfalto de Austin. Hacía más de un año que el joven piloto español no abandonaba.

La lucha en la cabeza de carrera se recrudeció con el líder de la general fuera de combate. Pedrosa logró soportar estoicamente los primeros embates de Márquez, pero en la octava vuelta, el tricampeón de MotoGP terminó rebásandolo, apurando después cada frenada y exprimiendo su máquina en cada recta para estirar su ventaja hasta la aparición de la bandera de cuadros.

Pero la jornada para el equipo Repsol Honda no pudo ser redonda porque Valentino Rossi es Valentino Rossi y siempre está ahí, acechando. Aguardó Il Dottore su oportunidad agazapado en su cómodo tercer puesto, fue penalizado con tres décimas en una maniobra con Zarco, pero se rehízo y fue capaz incluso de superar a Pedrosa a falta de dos vueltas para cruzar la meta segundo y convertirse en el nuevo líder del Mundial, algo que no sucedía desde 2015.

"No me obsesionaba, pero sabía que si no ganaba aquí estábamos bastante mal", reconocía, al final de la prueba, un exultante Marc Márquez, el hombre que con su triunfo anima el Mundial, el sheriff de Austin.