El sida en el cine: de Philadelphia a El Club de los Desahuciados
A pesar de la relevancia del tema, el sida ha sido tratado esporádicamente en la gran pantalla. Hollywood entregó Philadelphia, su primera gran producción, en 1993. Veinte años después llega el último filme que retrata la enfermedad, con Matthew McConaughey.
Julio de 1985. Durante pleno verano de aquel año, el primero de la segunda administración del gobierno de Ronald Reagan, todos se enteran por la prensa que Rock Hudson tiene sida. Se ha desmayado un par de veces en el hotel Ritz de París, donde buscaba tratamiento alternativo, y las cámaras lo graban luciendo una estampa enfermizamente delgada. Hudson, el héroe romántico de las comedias con Doris Day y el patriarcal magnate ganadero de Gigante, morirá tres meses después sin haber encontrado un medicamento que pudiera alargar su existencia. En Texas, el electricista y jinete de rodeo Ron Woodroof, que por esos días anda más demacrado que nunca y tiene una tos que no descansa, bromea con sus compañeros: "Nunca habría pensado que Rock Hudson era un maricón".
La expresión de Woodroof, extractada de la película El club de los desahuciados, es el síntoma de una opinión más o menos generalizada en EE.UU. durante los 80: el Sida es sólo la enfermedad de los gays y quienes la sufren están condenados a la segregación eterna. Woodroof, un promiscuo homofóbico encarnado por Matthew McConaughey, se enterará luego que los kilos de menos tienen una razón poco amable. El también tiene sida y lo contrajo por vía sexual: se ha acostado con demasiadas mujeres en su vida y, en plena explosión de la epidemia en EE.UU., más de alguna lo contagió. A Woodroof, de ahí en adelante, la vida se le hará más que difícil. Sus amigos del rodeo lo rechazarán por tener el "cáncer rosa", sus propios prejuicios le impedirán relacionarse con los homosexuales del hospital, sus doctores le asignarán la nefasta y dañina AZT, un medicamento que sólo logrará debilitarlo.
Basada en el caso real de este vaquero de Dallas, El club de los desahuciados es una de las últimas cintas nominadas al Oscar a Mejor Película que se estrena en el país. El filme del canadiense Jean-Marc Vallée (La joven reina Victoria), que se exhibirá desde la próxima semana, postula a seis premios, destacando además en las categorías de Mejor Actor, Mejor Actor Secundario y Guión Original. Ya obtuvo los Globos de Oro a Mejor Actor (McConaughey) y Mejor Actor Secundario (Jared Leto, en el rol de un transexual), probando que el tópico del sida y sus consecuencias sigue siendo una realidad con la que Hollywood tiene deudas que saldar.
La ordalía de Ron Woodroof es un caso de estudio: no sólo debió sobreponerse a sus preconcepciones, sino que a la rígida norma sanitaria norteamericana en los 80. Imposibilitado de obtener medicinas alternativas a la agresiva AZT por ser ilegales en EE.UU., Woodroof comienza a traficar medicamentos diferentes desde México. Es así como crea lo que se llama el "club de compradores de Texas", con el que no sólo se abastecerá a sí mismo, sino que a muchos enfermos del país. Durante un juicio, el jurado le encontrará la razón, pero no tendrá las herramientas legales para hacer efectiva la sentencia.
PACIENTES EN EL CINE
Para muchos la más probable ganadora del Oscar a Mejor Actor, El club de los desahuciados es una cinta atípica entre las que han retratado el sida. Su protagonista no es homosexual, su entorno no es la gran metrópoli, su caso se ancla a los años 80, los más duros en toda la historia de esta enfermedad. De alguna manera la película se hace cargo de un período que Hollywood consideró escasamente hasta ahora.
Durante los años 80 hubo una serie de filmes para TVque indagaron en la enfermedad, pero el cine tardó en considerarlo a la hora de crear guiones. Sería recién en 1993 que la industria fílmica abordaría a gran escala el sida a través de Philadelphia, película que contó con un director como Jonathan Demme (inmediatamente después de dirigir El silencio de los inocentes) y un actor carismático como Tom Hanks para el rol central. Al otro lado del Atlántico, en Francia, Cyril Collard contaría su propia historia como enfermo de sida a través de la cinta Las noches salvajes (1992), ganadora de cuatro premios César y pequeño éxito de taquilla en Chile el estrenarse en el Centro Arte Alameda. En Gran Bretaña, el cineasta experimental Derek Jarman también escribió su testamento fílmico: en 1993, el año de su muerte, filma Blue, sobre sus impresiones como enfermo de sida.
Abandonando la solemnidad y en su estilo, Pedro Almodóvar aborda el tópico en Todo sobre mi madre (1999), filme en que uno de sus personajes es un transexual moribundo. Se llama Lola, pero antes fue Esteban. Esta película también habla de que los tiempos han cambiado y de que la enfermedad se puede mirar con otros ojos.
El nuevo siglo tuvo dos ejemplos poderosos en la pantalla: la película Las horas y la miniserie de HBO Angeles en América. En la primera, nominada a 11 Oscar y basada en la novela de Michael Cunningham, Ed Harris interpretaba a un artista en la última fase de la enfermedad. Angeles en América, en tanto, era un fresco sobre la epidemia y sus víctimas en los años 80 en Nueva York. En ese caso, hay que reconocer, la televisión se adelantó a Hollywood y quizás El club de los desahuciados sea la revancha y la prueba pendiente que aún había que rendir.
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