Demoró seis años, pero por fin lo consiguió. Marion Bartoli (15° del mundo) se adjudicó Wimbledon venciendo en la final a la alemana Sabine Lisicki (23°), por 6-1 y  6-4, quedándose con el certamen que ya le había sido esquivo en 2007, cuando perdió en la instancia decisiva ante Venus Williams.

El paso de la francesa por el tradicional torneo será bien recordado, no sólo por su éxito deportivo. Sobre el césped londinense, la tenista gala demostró ser la dueña de un particular estilo que la diferencian del resto de las deportistas del circuito.

Bartoli nació el 2 de octubre de 1984 en  Le Puy en Velay, Francia. Comenzó a jugar tenis cuando tenía seis años en un pequeño gimnasio de Retournac. Sin embargo, en esa época su carrera estuvo subordinada a los estudios donde sobresalió como una brillante alumna. De hecho, la francesa se jacta de poseer un coeficiente intelectual de 175, resolver sudokus de nivel siete y pintar cuadros en sus ratos libres. Fuera de la cancha también  reconoce ser fanática de los gatos e hincha del Olympique de Marsella.

No obstante, la tenista de 28 años ha recibido burlas por su peso, su juego poco ortodoxo y su excéntrico estilo. Quizás por esto ha tenido problemas para conseguir auspiciadores: "Tal vez no soy lo bastante rubia", afirmó en 2010.

Pero es la estrecha relación con su padre lo que ha marcado la carrera de la francesa.

Walter Bartoli trabajaba como médico hasta que su hija ganó el torneo junior del US Open en 2001. Tras ese logro, el profesional renunció a su trabajo para dedicarse enteramente a la carrera de su primogénita como su entrenador personal. Este estrecho vínculo entre ambos le impidió a la tenista mantener una relación normal con las otras deportistas del circuito y la imposibilitó de jugar por Francia debido a que su padre y entrenador no formaba parte de la federación.

Sorpresivamente, este año la tenista decidió cortar su vínculo profesional con su progenitor, el que la sigue acompañando en todos sus partidos, esta vez como un fanático más. De hecho, luego de vencer a Lisicki, Bartoli corrió hasta el palco para abrazarse con su ex entrenador.

"Es un sentimiento alucinante, todavía no soy consciente de haber ganado. Es abrumador. Hice un partido maravilloso. Cualquier jugador sueña con ganar un Grand Slam", señaló con su particular estilo la nueva reina de Wimbledon.