Simón Espinosa (29) siempre tuvo un sueño de niño. Que entrara el Presidente de la República a su sala de clases y le dijera algo así como. "Usted, Simón Espinosa, como gran experto en Mario Bros, el país lo necesita". Y que el Mandatario lo sacara de clases para que realizara su misión.
Espinosa piensa que algo así es lo que le acaba de pasar, pero no con Mario Bros, sino que con la marihuana. Espinosa siente que alguien le dijo: "Necesitamos un experto en marihuana".
Esta vez no fue el Presidente, pero fue como si alguien lo hubiese llamado.
Y que cuando pidieron al experto en marihuana, él levantó la mano antes que todos los demás y dijo: "A mí me encanta".
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Ciento 87 mil visitas. Ciento seis mil visitas. Ochenta y tres mil visitas. En un país en el que la despenalización de la marihuana es un tema abierto y polémico, Simón Espinosa tiene un canal en YouTube y ese canal se llama envolá. Cada uno de sus videos tiene ese nivel de descargas. Un video al que le va mal anda por las 30 mil visitas.
Lo que Espinosa hace en cada uno de estos videos son tutoriales de marihuana. Enseña productos y fuma, generalmente con un par de amigos, frente a las cámaras. Los videos tienen nombres como Gandalf, Circuit de Grab Labs o Silicone Dab Ribs, la mayoría nombres de pipas o bongs. Así, Espinosa se ha ido convirtiendo en una personalidad del planeta cannabis chileno y no tiene problemas para reconocerse como un "microfamoso", que hay gente que le pide fotos, que lo reconoce en la calle por sus videos. Que también le escriben para pedirle recomendaciones, y él, por su lado, escribe reseñas. Sabe de productos y de cepas y de a poco ha empezado a armar un mundo en torno a su conocimiento que, no nos equivoquemos, también es su negocio. Muchos de los productos que reseña los vende en quema.cl, el negocio que montó junto a sus hermanos Pascual (27), quien se dedica a la parte audiovisual, y Joaquín (25), quien lleva los números.
En unos días, Espinosa parte a Estados Unidos. Va a mirar plantaciones y procesos productivos en California. De ahí parte a Denver, al Trichome Institute del científico Max Montreaux. Allí, Espinosa va a aprender a identificar las variedades de cannabis más afines a la búsqueda que están realizando de encontrar las cepas más estimuladoras de la risa. Es decir, antiestrés. La idea es que lo recopilado durante el viaje también sirva para los tutoriales que Espinosa hace en YouTube. También conducirá entrevistas en el instituto con los diferentes expertos.
Las tres semanas de Espinosa en Estados Unidos serán grabadas por su hermano Pascual, el audiovisual del trío de hermanos. De hecho, antes de llegar a Denver visitarán plantaciones en California y con gente que se dedica a la industria de las semillas y la genética. Espinosa dice que de eso saldrá un documental llamado Ver hay, una suerte de "ruta de la marihuana" en Estados Unidos.
Pero más allá de las actividades anexas, en el Trichome Institute Espinosa se certificará en catar, en oler cogollos. "Lo más parecido a un sommellier en versión cannabis", explica.
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Espinosa dice: pégate al microscopio. ¿No sé si alcanzas a ver unos honguitos blancos?
Sí.
Bueno, esos son los tricomas. Ahí es donde se alojan todos los canailoides y todos los terpenos, que son básicamente lo que huele y también todo lo que te droga.
Estamos en la oficina de Espinosa en Providencia, rodeados de pipas y de bongs y de productos relacionados con marihuana. Y lo que Espinosa explica a través del microscopio es la composición de un cogollo, que luego pasaremos a fumar.
Aclaramos. Este periodista no tiene una relación profunda con la marihuana, ni siquiera recuerda la última vez que fumó. Se autodefine como un fumador social, de pegar una piteada en una fiesta cuando alguien va pasando un pito. Sin tener nada en contra de la marihuana y de quienes fuman, ese mundo nunca le ha atraído particularmente.
Para este tema, eso sí, hicimos una excepción. Nos sometemos a Espinosa y hacemos como si estuviéramos en uno de sus tutoriales. Ver qué tan diferente puede ser fumar con un experto.
Una de las primeras cosas que Espinosa dice es esta: "La marihuana no es una sola cosa. De la misma manera que un tipo de uva no sirve para hacer todos los vinos, también existen muchos tipos de marihuana".
Espinosa agarra un gran cogollo y pide que olfatee. "Aquí se notan los aromas cítricos", dice. "Un gringo me decía que para entender bien la marihuana tenías que jalártela. ¿Viste? Esto tiene un aroma herbal y cítrico, característica de lo chistoso".
Luego, Espinosa pasa un cogollo con olor terroso, pimentoso, y dice que esos son los que inducen al sueño, los que hacen sentir el cuerpo pesado. "Sabores tierra, berries, pimienta, son indicadores que te dicen que tu experiencia va a ser más narcoléptica que psicoactiva, más relajada, más somnolienta. Fumar, indica, es como que te quiten un zapato al final del día".
Esa no es la idea, así que se quedará con el cogollo cítrico para fumar.
Espinosa muestra una prensa que puede apretar hasta seis toneladas y que extrae los aceites esenciales de la marihuana, que es el tricoma que mostró antes por el microscopio. Espinosa pone el cogollo en la prensa. Y dice: "Esto es lo nuevo; es sacar toda la combustión del proceso, que nada de lo que fumes sea alquitrán. Esto es lo que consumirías en un tratamiento medicinal con los mayores estándares de pureza y calidad".
Con una herramienta de metal, como de dentista, Espinosa empieza a recolectar el aceite que queda en un papel donde se prensó el cogollo. Su hermano Joaquín prende un soplete y empieza a calentar el contenedor donde se deposita el aceite en la pipa. Simón deposita el aceite cuando se enfría un poco el cristal. Y con una mecha prende el aceite y dice que hay que inhalar suave y constantemente. La pipa gorgorea. Nunca había visto prender aceite de tricoma.
"Esta es una volada mucho más limpia, con notas de sabores mucho más puras", explica Espinosa. Luego se fuma el aceite y dice: "Fumar esto es como cuando hueles el cogollo".
Ahora es nuestro turno. Hay que fumar suave y constante, pero se nos olvida. Inhalamos demasiado fuerte. Lo que resulta es un ataque de tos convulsiva. Espinosa trae agua y nos reponemos. Efectivamente, el efecto es más limpio, más nítido. En lugar de sentir el cuerpo pesado, lo que se siente es una leve electricidad en las piernas. Esto es la experiencia más refinada y compleja que uno puede tener consumiendo marihuana, se asume. Y está lejos del pito compartido entre cinco con el borde del papel húmedo. Está lejos del matacola artesanal. Bien lejos, la verdad.
"Antes me ponían condicional en el colegio por hacer esto y ahora como que los profes están orgullosos", dice Espinosa. "Es muy raro". Y luego empieza a explicar lo que hace en sus reseñas. "Hacemos difusión científica disfrazada de humor", dice. "Hay mucha desinformación e ignorancia de los dos lados. Del que dice que la marihuana es lo peor y el que fuma pitos y dice que es como comer manzana de bueno, sin estar conscientes de las repercusiones que puede haber en poblaciones de riesgo, como los adolescentes, sobre todo cuando tienen el sistema nervioso central en desarrollo".
¿A qué edad se termina de desarrollar el sistema nervioso central?
Varía, pero entre los 18 y los 22 años. Más grande, el consumo de marihuana tiene efectos más positivos que malos en ti. Destruye células cancerígenas, ayuda a regenerar tejido, controlar ansiedad, demora los efectos del alzheimer.
Después de inhalar su pipa, Espinosa cierra la idea diciendo que el tema de la marihuana se soluciona legalizando, pero también haciendo que la marihuana pague impuestos altos, algo similar a lo que se ha hecho en la industria del tabaco.
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"Siempre me acuerdo que me cargaba esa parte de buscar las manos", dice Espinosa sobre los tiempos en que tenía que salir a buscar algo de marihuana. "Siempre había un huevón que te cagaba, que te pasaba algo que no era. Después, en la universidad me fui de intercambio y cuando volví se me hizo mucho más cercano, porque uno de mis primos es genetista y trabaja en un banco de semillas. Partió como algo esporádico y después caché que me gustaba".
Espinosa se tituló de periodista en la UDD y una de las cosas que empezó a hacer mientras trabajaba en medios fue subir chistes relacionados con los estados alterados que produce la marihuana. Así partió en envolá.cl hace cinco años. Como un Tumblr de humor enfocado en cannabis. Espinosa comenzó a hacerse un espacio en ese nicho. La página prendió. Y un gringo que hacía pipas lo contactó para pedirle una reseña, porque le estaban pidiendo pipas desde acá. La revista Cáñamo todavía no tenía web. "Y claro, probablemente cuando el gringo buscó en Google "marihuana, Chile", lo primero que salía era envolá", asume.
Espinosa le dijo al gringo que él podía escribir, pero que dónde se encontraban las pipas. Y en Chile no había lugares donde se vendieran pipas de alta gama. Con su hermano Joaquín decidieron poner todos sus ahorros y empezar a importar tanto pipas de autor como de producción masiva hechas en China. Así nació quema.cl. Eso, hace un año y medio.
La primera pipa que trajeron valía 66 mil pesos. Nadie lo entendió. "La gente con suerte fumaba en botellas hechizas o en pipas de feria artesanal, y uno que otro traía algún bong de China", comenta Joaquín, el hermano de Simón. Pero el mercado evolucionó rápido.
Hoy traen pipas de hasta 350 mil pesos, aunque el producto estrella siguen siendo las pipas de mano, que van de los 30 mil a los 50 mil pesos. Algo de eso tiene que ver con la parada en Las Vegas que hará Espinosa en su viaje documental del Estados Unidos de la marihuana. Ahí irá a un trade show de la industria, especialmente de sopladores de vidrios que hacen pipas de cristal. "Ahora la gente busca bongs de autor", dice Espinosa. "La gente los compra como quien compra un cuadro", cuenta. Luego muestra uno de 600 mil pesos, el más caro que tiene en la tienda, pero que no vende, porque se encariñó. Es de Dan Caverman, un soplador canadiense, explica.
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Acabamos de terminar de fumar el aceite de marihuana. Ahora Espinosa saca una pipa de diseño. "Esta tiene mucha ingeniería", dice. "Ocupa dos sistemas de enfriado y una campana de vernulli, que es un recipiente que acelera la pasada del aire". La pipa también es de agua y la razón para este mecanismo la explica Espinosa. "Lo objetivo es que es mucho más sano ocupar estos percoladores, porque buena parte de la resina, del alquitrán, queda en el agua. Los sabores son más nítidos y, por lo tanto, la volada también".
Nuevamente, Espinosa prende la pipa con el cáñamo encerado. Dice que es para hacer combustión a la menor temperatura posible, y vuelve a advertir que la inhalación es despacio, muy suave. Algo estamos haciendo mal, porque el ataque de tos regresa.
Espinosa dice que el nivel de THC en esta manera de fumar es igual a fumar con aceite, que la diferencia la hace la combustión. "Eso hace que te sientas más pesado, que la volada sea menos nítida", explica.
Tiene razón, pero en esta segunda pasada, el golpe se siente bastante más fuerte que la primera con aceite. "Ese es el efecto del humo", concluye Espinosa. "Al entrarte una mayor cantidad a los alvéolos del pulmón produce un efecto mayor, pero la volada en términos de cantidad de tricomas es la misma".
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Más que un sommelier o un comerciante de productos de marihuana o un youtuber, Espinosa se ha transformado en un especialista. Ya lo llamaron de la editorial Random House y le ofrecieron un trato para hacer tres libros de envolá. Serán publicaciones de tonos científicos, técnicos y literarios. Todo relacionado con marihuana, claro.
En mayo pasado armó una fiesta privada, llamada Late Harvest -en referencia a la cosecha de abril-mayo de cannabis- en el bar Radicales, en Santiago Centro. Fue un evento a puertas cerradas, con barra de marihuana, en la que se podían probar distintas cepas, como en una cata, además de comida hecha con recetas a base de cannabis. A la fiesta fueron comediantes como Sergio Freire y Rodrigo Salinas, los que hicieron sus rutinas a un público bajo los efectos de la marihuana.
De ahí salió la idea de abrir un centro de terapia contra el estrés. "Algo que sea comedia, juegos y marihuana", dice. La idea es que existan grupos de personas que se inscriban en cultivos colectivos, inscritos en el ISP. Las personas que acceden al cultivo participan en una investigación sobre el impacto de la cannabis en la reducción o aumento del estrés en las personas. En el estudio participan la fundación Daya y la fundación América Reforma, además de un grupo de profesionales de la salud. Espinosa dice que no se quiere meter en los resultados del estudio, pero que se encargará de la producción y la logística.
En medio de esta, la segunda entrevista, ahora un miércoles en la mañana, Espinosa vuelve a ofrecer una experiencia cannabis.
-¿Fumamos?
No, gracias. Esta vez no.