Pese a la contundencia del paro nacional del jueves en Argentina, convocado por tres centrales obreras, los analistas coinciden en que, más que una medida de fuerza por demandas propias de los sindicatos enfrentados al gobierno de Cristina Fernández, se trató de una muestra del fuerte malestar generalizado por la situación de inseguridad y la inflación, pero también como una jugada política y, específicamente, una pulseada al interior del peronismo.

"Esta fue una medida que conectó muy fuertemente con una sensación de malestar generalizado al conjunto de la población, que recorre transversalmente distintos sectores, desde los de bajos ingresos a la clase media. Además, se conjugan una serie de situaciones dentro de las cuales, evidentemente, la puja política no puede ser soslayada", destacó a La Tercera la analista Graciela Römer.

La directora de la encuestadora Graciela Römer y Asociados sostuvo que "el paro liderado por Moyano y Barrionuevo (máximos dirigentes de dos facciones de la peronista Confederación General de Trabajadores, CGT) está muy vinculado a la ocupación de un espacio que hoy está vacante, que es el de la polarización de fuerzas en contra del gobierno nacional. Esto, para poder constituirse en un factor de poder con vista, justamente, a las próximas elecciones de 2015 y, desde ese punto de vista, está vinculado a una interna del peronismo".

Precisamente, la huelga nacional se produjo en momentos en que el gobierno kirchnerista cuenta sus días de salida (ya que Cristina K no puede aspirar a un tercer mandato en 2015 y no hay un claro candidato oficialista), hay una alta inflación (cercana al 30% en 2013), la inseguridad es la principal preocupación de los argentinos, se produjo el impopular recorte en los subsidios al agua y el gas, y cuando los trabajadores están negociando aumentos de salarios.

Para el encuestador Carlos Germano, citado por el diario argentino La Nación, "el contexto actual le da un fuertísimo condimento político" al paro del jueves. Y para Julio Blanck, columnista del diario Clarín, la huelga es evidencia de que "la administración de Cristina y su proyecto político perdieron el control de la agenda desde la derrota electoral (del año pasado). Actúa tarde y por reflejo. Las iniciativas le son impuestas por la realidad o por sus adversarios políticos y sociales".

En ese sentido, las centrales sindicales forman parte del engranaje y del reordenamiento político que forzarán los comicios de octubre de 2015, donde aparecen con fuerza el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli (peronista, ligado al gobierno, pero resistido por los sectores más radicales del kirchnerismo), y el diputado Sergio Massa (peronista opositor que rompió con el gobierno antes de los comicios de octubre de 2013).

Por un lado, Hugo Moyano, el dirigente camionero y líder de la CGT, que fue un poderoso aliado de los Kirchner hasta que Cristina Fernández lo dejó fuera de la toma de decisiones en 2011, necesita validar su peso y así ser un actor en los futuros comicios y en el gobierno que salga de él. Como recuerda el analista Rosendo Fraga, la ruptura entre Moyano y Cristina Fernández es clave en la convocatoria de los dos paros nacionales que ha enfrentado el kirchnerismo desde su llegada al poder, en 2003. Por otro lado está Luis Barrionuevo, líder de la CGT Azul y Blanca, que ha sido asociada insistentemente desde el gobierno a Massa: su esposa, Graciela Camaño, es diputada bonaerense por el Frente Renovador de Massa.

El jefe de gabinete, Jorge Capitanich, insistió en que "el paro era de Massa". Pero para el columnista de La Nación Carlos Pagni, "la complicidad del diputado con la huelga es una anécdota. Massa converge con Moyano y Barrionuevo porque, como a ellos, le conviene el deterioro del gobierno. Sólo si Cristina Kirchner se mantiene al borde del abismo, se producirá lo que Massa está esperando desde que ganó las elecciones bonaerenses: que el PJ (peronista) lo elija como líder y, al hacerlo, le provea esa estructuración territorial de la que todavía carece" y lo lleve, de esta forma, a la Presidencia.