Si hay que adjudicarle un apellido al título de la U, bien vale el de Mora. El hombre que con cuya aparición cambió el rumbo de un equipo hasta entonces a la deriva, el delantero de los goles demoledores, la nueva cara del campeón. Hasta la última fecha tuvo peso, con el grito del gol del título, y también con las conmovedoras lágrimas de su retirada antes de tiempo con la rodilla maltrecha. Un pisotón de Gómez que sacó lo peor de sí mismo (se revolvió y vio la amarailla), pero también su lado más tierno. El hombre del título.
Para encontrar la última vez que la U tuvo entre sus filas al goleador de una liga hay que remontarse a 2000. Esa vez, Pedro González fue el máximo artillero con 26 tantos de un torneo que ganaron los azules. Las coincidencias son varias. En este Clausura, la U campeonó y contó con el hombre que más veces gritó gol: Felipe Mora, el mismo que su técnico se atrevió a comparar sin tapujos con David Villa. Quedó como Moravilla.
A punta de buenas actuaciones y sobre todo goles, el formado en Audax terminó de convencer a su propio entrenador, que no podía seguir prescindiendo de él. La salida de la Gata Fernández lo cambió todo. Para la U, para Hoyos y para el jugador. Quizás fue el momento que viró en favor de los azules el destino del Clausura. Y es que hasta ahí, Mora sólo sumaba una presentación como titular y otros tres duelos ingresando desde la banca. Pipe ya no salió más. Se hizo parte de la columna vertebral de la U.
Así comenzó un torneo deslumbrante. En su primer partido como eje de ataque no defraudó: dos goles a Palestino. ¿El siguiente? Tres tantos más -dos de exquisita factura- al club que lo vio nacer. Tras ello, sólo un duelo en el que no ha visto red: Universidad de Concepción. Luego del Campanil, una racha imparable de siete cotejos por el plano local convirtiendo (Colo Colo, Antofagasta, Wanderers, Católica, Cobresal, O'Higgins y San Luis). Antes también lo había sufrido Unión Española. En total, diez fueron sus víctimas.
Moravilla regaló tantos para todos los gustos. O casi todos, en realidad: con la pierna izquierda nunca anotó. De lo otro, mucho: lanzó penales claves, como el del único gol en la victoria sobre Antofagasta o la apertura de la cuenta en el clásico universitario. De cabeza también se las arregló, a pesar de su metro y 75 centímetros de estatura.
Casi todos los zagueros rivales lo superaban en porte, pero él no se achicó. Al contrario, se hizo grande en esa faceta, con cuatro dianas. También tuvo conquistas dignas del Guaje. Como ante Audax, que corrió y eludió defensores desde fuera del área antes de anotar de esa forma dos de sus tres tantos. O como frente a O'Higgins, cuando se sacó hasta al arquero Pinto. O el mejor de todos, el que le valió ser comparado con el mítico tanto de Marcelo Salas a Inglaterra en Wembley, cuando acomodó de pecho un pase de casi 40 metros de Jean Beausejour y luego definió de primera cuando Nery Veloso, el arquero de Wanderers, le salió a achicar.
Ayer, le dio el título a los azules. Jugó 70 minutos tras recibir un pisotón en el pie derecho. Se retiró llorando de la cancha, bajo la ovación de los fanáticos. "Estoy contento, por todo el sacrificio que uno hace. Trabajamos en silencio, con humildad. Eso se reflejó en el partido (con San Luis)", dijo luego del cotejo. Le dedicó el título a su abuelo, cuyo sueño era que su nieto jugará en la U.
Quizás si la característica que más se notó a lo largo del campeonato fue su gran olfato goleador. Siempre supo dónde estar. Se las arregló para quedar a tiro de gol en casi todos los compromisos. Sus compañeros lo buscaban y él respondía. Como en Audax; como en la Sub 20 mundialista de Turquía. Así, por ejemplo, ocho de sus conquistas fueron de primera, sorprendiendo a contrincantes y otras veces a propios. Centro y gol. Pase y gol. Penal y gol. Así exhibió sus credenciales. Así apabulló a experimentados zagueros. A algunos hasta los ridiculizó. Y eso le valió, indudablemente, entrar en la órbita de la Roja como uno de los potenciales seleccionables. Es visto como uno de los hombres a liderar el recambio.
Tras una ardua búsqueda, la U por fin encontró un goleador confiable, aunque esa situación podría durar poco. Pasa que ahora los azules miran con temor a las grúas europeas y mexicanas. Pasa que quien ponga US$ 4 millones sobre la mesa se lo lleva. Ésa es su cláusula de salida. Los universitarios tendrán que hacer maravillas para retener a Moravilla.
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