Histórico

El último encuadernador

Hace más de 40 años que Eduardo Zúñiga restaura libros en la biblioteca pública más antigua del país.

BAJANDO las escaleras del costado norte de la biblioteca Santiago Severín de Valparaíso está el taller de Eduardo Zúñiga (63), uno de los pocos hombres que en Chile aún se dedica al antiguo oficio del empaste de libros.

En su reducido espacio, compuesto por una vieja mesa, dos prensas de 1920 y una gruesa y ancha guillotina alemana, reposan más de 10 libros, en su mayoría de literatura escolar, antología poética y revistas del 1900.

Su taller es "la clínica de los libros", dice con ímpetu, al ser consultado por su rol como el último encuadernador de Valparaíso.

Con entusiasmo, el hombre de overol azul marino muestra un gran libro que compila todas las ediciones del Diario Oficial. "Este libro es de costura antigua, porque se pega por parte", dice, mientras lo retira de la prensa, girando una larga manivela.

Eduardo Zúñiga ingresó en 1972 a la biblioteca y por diversas circunstancias terminó rescatando libros junto a su maestro Luis Aravena, quien falleció hace tres años. Actualmente solo él se encarga de empastar viejos y siniestrados libros que, cada mes, llegan en lotes de 50 unidades.

En su afán por buscar la mejor técnica para encuadernar, Zúñiga se las arregla para dejar los libros como nuevos. Ese es su "principal desafío", recalca.

"El libro se desarma completamente cuando viene deteriorado, se revisa hoja por hoja y se cose. Después se le hacen las tapas, se forra y queda listo para su uso", explica, agregando que ha "tenido que restaurar libros del 1800, incluso un libro de Rubén Darío".

Su trabajo sorprendió al equipo de Biblioredes, dependiente de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam). Alejandro Ulloa, encargado regional del programa, confirmó que el funcionario está siendo postulado para convertirse en Patrimonio Intangible de la Humanidad.

"El es el último encuadernador que va quedando, porque ya este servicio no existe en las bibliotecas. Hoy utilizan empresas externas o simplemente los libros se reemplazan", comenta.

El pasado 27 de febrero la biblioteca Santiago Severín cumplió 141 años de historia, como primera biblioteca pública del país.

Carlos Carroza, director de la institución, indicó que contar con funcionarios de tan larga data es un valuarte. "Eduardo cumple una función muy noble, que es el resguardo del patrimonio, a través del arte y la pasión que representa la encuadernación", dice.

El profesional aclara que "es muy difícil que en los próximos años se requiera de un servicio" como el que presta Zúñiga, "aunque sabemos que ya no existen personas que hagan el doble trabajo de restaurar y generar nuevas colecciones" de diarios y revistas.

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