Histórico

El último motemei se despidió del tradicional personaje

A sus 62 años, Carlos Martínez, reconocido como Patrimonio Intangible de Valparaíso, emigró a Las Condes y trabaja en una empresa de seguridad.

Hace un par de años que el mote había dejado de ser el sustento y las tortillas de rescoldo eran las que recorrían los cerros de Valparaíso en un carrito que arrastraba el último "motemei porteño". Un personaje que Carlos Martínez (62) perseveró, todavía más con el orgullo que significó la denominación de Patrimonio Intangible, por parte del municipio, el que reconoció a uno de los oficios más antiguos de las calles de la ciudad puerto.

Así como el afilador de cuchillos y el chinchinero, el motero fue parte del retrato histórico-vivo considerado en la nominación de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad, ciudad que hoy pierde al extravertido orador del mote por dificultades económicas.

Desde el barrio El Golf, en Las Condes, Carlos Martínez responde al llamado y comenta que "en el barrio alto no vivo, aquí está Eurochile, mi nuevo lugar de trabajo".

Hace un mes que el porteño del cerro Mariposa guardó el poncho y cambió las ojotas de caucho por un traje de guardia de seguridad, su nuevo oficio. Comenta que la decisión fue dura y, con la voz cortada, relata que "este 18 ya fue lo peor. Nadie, pero nadie me llamó, habiendo tanta actividad típica. Pienso bajar la cortina para siempre, tengo una pena inmensa".

El abandono al típico personaje que ha inspirado cuentos y es por sí sola una postal para el mundo, el municipio lo desconoce.

El alcalde Jorge Castro -quien se considera su amigo- señaló que "si puede ganar más en Santiago, en una empresa, es su legítimo derecho y esto del trabajo de motemei como personaje es esporádico y lo puede hacer un fin de semana o cuando se le solicite puntualmente. Así ha sido todos estos años. Su distinción como patrimonio intangible ha sido así siempre y en nada cambiará".

En esa línea, y un tanto más duro, el doctor en arquitectura y experto en cultura y patrimonio de la Universidad de Valparaíso, Carlos Lara, aclara que "entiendo que puede haber una figura de patrimonio, pero mientras tenga un uso real, él es más bien una caricatura de una actividad que hoy no tiene sentido, porque nadie consume mote y lo que se debe sostener y fortalecer es el patrimonio actual, vigente, de uso real".

Las declaraciones tocaron fondo para el motero, quien respondió: "Que lamentable que lo diga de esa forma, porque yo sí vendí mote por 45 años y tuve que reinventarme para sobrevivir. Dediqué mi vida a mantener con versos nuestras raíces".

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