De día, las guirnaldas dieciocheras y la ropa de guagua de los negocios vecinos dan la bienvenida a la discotheque Blondie. De noche, sólo la boletería y la marquesina con grandes letras plateadas iluminan la galería Alessandri, ubicada en Alameda 2879, y donde hace 66 años abrió el cine del mismo nombre. Cada fin de semana y hace 20 años, una fila de más de 100 personas espera su turno para entrar a este clásico nocturno, conocido por recibir a los militantes de modas alternativas, como la new wave, la gótica, dark y brit pop.
Marco Alegría (40) va desde mediados de los 90, cuando estudiaba Arte. Todavía lo hace ataviado con pantalón negro anchos arriba y ajustados abajo, zapatos de cuero del mismo color, una camisa blanca y unos lentes de marco grueso. Debajo sus ojos verdes se ven delineados. "Sigo siendo new romantic, a la usanza de grupos como Duran Duran", dice este artista.
Dos metros más atrás, Juan Pablo Cifuentes (28), no luce el mismo nivel de producción, pero es la quinta vez que visita el lugar. "En la Blondie se mezcla Santiago. Yo vivo en Las Condes, pero aquí da lo mismo de dónde seas o tu edad. Lo importante es que tengas onda y te guste la buena música".
En 1992, el empresario René Sánchez compró un cine construido en 1947. En un año sacó las butacas, consiguió los permisos de cabaret y alcoholes y lo transformó en un espacio de 1.800 m2, con tres niveles: la pista central con su barra, una segunda pista y un snackbar. Todo, con capacidad para 1.500 personas. "El nombre fue en honor a uno de mis grupos favoritos", cuenta Daniel Sánchez, quien desde un comienzo ayudó a su padre, René, en el negocio.
La partida fue tibia, pero las fiestas temáticas hicieron que el recinto atrajera a la movida under de Santiago. Ahí se celebraban las Old Wave, las Kitsch y la Noche de Vampiros, entre otras. A estas acudían muchos "viudos" de las Spandex, eventos alternativos de comienzos de los 90 y celebrados en los teatros Carrera y Esmeralda.
"Llegaba gente del barrio alto y otros no tanto", cuenta Ariel Núñez, productor general de Blondie desde hace 13 años.
Por ahí pasaron en su juventud Sergio Lagos, Los Bunkers y hasta Gustavo Cerati. Artistas extranjeros también apostaron por esta discotheque, como el vocalista de Franz Ferdinand, Alex Kapranos.
ESPACIO PARA LA MODA
Al cabo de un par de años, el salón de baile también sirvió como un lugar de exhibición para la moda.
Cuando visitó el lugar, a mediados de los 90, a la historiadora Pía Montalva le llamó la atención la mezcla de identidades de género. "Había muchos gays, incluso travestis. Era un lugar muy liberal y eso se traducía en las vestimentas", dice.
Al dueño de Blondie, en tanto, le llamó la atención la presencia de coolhunters (cazadores de tendencias) a fines de los 90. "De hecho una tienda de retail sacó una colección gótica", afirma .
La cantante de Saiko, Denisse Malebrán, llegaba con faldas tableadas, polainas y bototos o prendas de la ropa usada. "Me arreglaba en mi casa, no me hacían problemas", cuenta.
Núñez acota que uno de los espacios clave del lugar sigue siendo el baño. "Muchos llegan directo ahí a cambiarse y quedar listos para bailar con la mejor pinta new wave o dark".
Hace 10 años se produjo un cambio generacional entre el público: el del período 1993-2000, que buscaba recrear la onda ochentera, se retiró del carrete y, en su reemplazo, llegó una generación más joven que prefiere el pop de los 90 y sigue gustando de las fiestas temáticas.
El mejor regalo para este espacio por su aniversario, habría sido la visita del grupo Blondie. "En 2004, Luis Jara les comentó en su programa de nosotros, pero no pudieron venir por agenda", lamenta Sánchez.