Oí en una tertulia, días atrás, la "inquietud" de una dama por saber en cuánto tiempo alguien escribía un libro, más bien una novela. ¿Dos meses? ¿Un año? ¿Diez años? ¿La escribía más de una vez, en su totalidad? ¿Sólo corregía fallas? ¿Dudaba a menudo?

La respuesta, como corresponde, atañe a un concepto de la relatividad de todo. Flaubert (cuentan los Goncourt en su voluminoso Diario, que consta de más de 4.000 páginas) a veces se pasaba meses en un capítulo de Salambó. Leía en voz alta, una vez y otra, solo o ante un público relativamente pequeño, para "oír" el estilo y enmendar, quitando o poniendo un adjetivo, encabalgando un verbo extraño, agregando pormenores. Leía una biblioteca para tomar uno que otro dato (...).

Leí en una entrevista que le hicieron a George Simenon cuál era su "marca": comenzar (y terminar) "un" Maigret en 15 o 20 días. Acerca de la demora de Tolstoi en escribir La Guerra y la Paz sólo Dios sabe. Lo que yo sí sé es que su mujer manuscribió el libro (1.200 páginas impresas) seis o siete veces, lo cual significa, muy simplemente, algunos años. Al gran Proust, En busca del tiempo perdido le costó su existencia vivir y sentir lo que iba a escribir, y murió poniendo punto final a esa obra que su gobernanta, Celeste Albéret (una de las muchachas "en flor"), iba ordenando por la mañana, recogiendo agregados y papelitos sueltos y haciendo de una página un verdadero mapa de guerra.

La "inquietud" de la dama me llevó a ver quiénes se demoraban menos tiempo, y hay casos muy notables. Creo que el héroe máximo fue Balzac, a quien la Musa Necesidad obligaba a trabajos forzados sobre la página, en tanto se atizaba con 30 tazas de café por la noche para dar fin a su labor (aunque la expresión "dar fin" es nada más que una frase retórica, pues nunca llegó a terminar de trabajar), y entre sus manuscritos quedaron los argumentos "escritos" de 40 novelas.

Vuelvo al gran Balzac. Creo que su éxito absoluto, que le permitiría pagar una deuda de urgencia, es el momento en que se aflige, poniendo el pie en el estribo. En una noche tendrá que dar término a una novela "corta", alrededor de 60 páginas, "El ilustre Gaudissart". Y al mismo tiempo, en esa noche, debe agregar unas páginas, en pruebas de imprenta, de otra novela. Y lo hace. Confiesa que en cualquier momento puede reventar, y así ocurre algunos años después.

Esta crónica es una respuesta parcial a la "inquietud" de la dama de marras. Lo último: 10 años le costó a Elmann, el mejor biógrafo de Oscar Wilde, terminar el libro sobre su héroe. Tiene 500 páginas que ahora lee el tout París, alabado por los diarios y las revistas. Dicen que es "la" biografía. Un modelo para armar.