En la avenida principal de Iloca hay trozos de madera, restos de un parque de juegos, vehículos destruidos y mucha arena. En medio de ese caos vive el pequeño Víctor Díaz, el niño que se ha convertido en todo el símbolo de la tragedia de esa localidad de la VII Región.
A comienzos de esta semana se mostró el recorrido por la zona que el menor hizo junto a dos periodistas de 3TV, de latercera.com. Tras ello, más de 43 mil personas han visto su historia por internet, y luego replicado en sitios de la red social como Youtube, Facebook y Twitter.
Víctor vive en una carpa junto con sus padres y su hermana, Panchita (3). No mide más de 1,40 metro, es rubio, con ojos azules y macizo. Dice que tiene ocho años, aunque en realidad le da vergüenza admitir que son nueve. De inmediato, cuenta que la noche del terremoto estaba durmiendo: "¿Qué más iba a hacer? Tuve que arrancar hasta el cerro. Cuando empezó no estaba asustado. Tuvimos que salir a poto... con puros calzoncillos. Cuando estaba arriba me perdí de mis papás y los llamaba".
La mamá del menor, Jacqueline, añade al relato que "donde nosotros estábamos se agrietaron las murallas y se cayó el techo. Salimos y vimos que todos gritaban y corrían. En eso el niño se me perdió y volví a los escombros para buscarlo. Preguntando por él me dijeron que estaba arriba con sus primos".
Víctor señala que "obvio que me da pena como quedó el pueblo, ahora parece que uno ni conociera aquí", y añade que aún no les llega toda la ayuda que necesitan. Por eso, se anima a pedirle al nuevo Presidente Sebastián Piñera que visite el lugar, y lleve "una carpa, un colchón inflable, un saco de dormir y una zafrada (o frazada, que dio origen a su sobrenombre en la red)". También un bombín... para inflar el colchón.
Pero además, tiene un petitorio especial: "Que venga a ayudar a mi papá (mecánico de oficio) con su motor y que a nosotros nos ayude con hartas cosas más, pero que venga. Porque si no, ya sabe lo que le va a pasar", dice con una leve sonrisa.
Mientras el "Zafrada" recorre su colegio, cuenta que echará de menos las clases y da gracias porque su mamá no le había comprado aún el uniforme. Entre los escombros encuentra decenas de libros que quiere llevarse, pero su madre no lo deja. Víctor asiente, pero se enoja hasta que una vecina le regala unos peluches. También muestra el casino y confiesa que la comida "era media mala". Antes, había contado a 3TV, de latercera.com, que "los porotos negros y los tarallines medio pegados como que no tenían sabor, no tenían sal". Y a pesar del impacto que ha generado su historia, dice "yo no soy famoso (...) ¿Quién va a ir a revisar internet?. Mucha gente se mete, pero es mejor salir en la tele". Ayer dos canales ya habían mostrado el video.