El cantante Carlos Cabezas se resigna y asume que su pluma avanza a duras penas. "Es que todavía soy muy negado", concluye al minuto de evaluar su labor como letrista al frente de Electrodomésticos, faena que, de seguro los más conocedores de su cancionero, verán monopolizada de manera elocuente por los conceptos de Dios, muerte y resplandor.
El músico se hace cargo: "No voy a escribir más la palabra Dios por un buen tiempo. Hay cosas que repito y se han vuelto reiterativas, por eso estos nuevos temas sirvieron para desarrollar otra clase de lenguaje".
Su referencia alude a las flamantes composiciones que integran el EP El calor, editado a fines de noviembre y que establece una continuación, una suerte de coda, de su sólido último álbum, Se caiga el cielo (2013), el que supuso la vuelta al estudio luego de nueve años, incluyendo un memorable lanzamiento en el Teatro Municipal.
Pero su reciente EP también representó algo más: para un conjunto cuya obra siempre fue macerada a fuego lento, masticada y digerida a través del paso del tiempo, con paréntesis discográficos que se extendieron hasta por 17 años, un estreno casi seguido de otro establece una frecuencia atípica. Es como si el ímpetu por grabar veloz y en grandes cantidades, propio de los veintitantos, hubiera llegado ahora, cuando su núcleo central -integrado por Cabezas y Silvio Paredes- superó hace rato los 50.
"Cuando lanzamos Se caiga el cielo hubo mucha efervescencia y quedamos muy calientes en términos creativos. Son cosas que te cargan de una energía especial. Por eso, tres meses después de que saliera, nos pusimos a trabajar de lleno en este EP. Empezamos a componer de una, sin muchas pausas ni planificaciones", describe Cabezas en torno a la producción que presenta temas como El barro, el agua, la luz; Parientes del mono y Un sueño en la piel, muchos de ellos interpretados en vivo desde mediados de año.
Somos los de siempre
Además, se trata de tracks que extienden ese credo por el ruido a momentos atronador, que retumba hacia múltiples esquinas, templado con una oscuridad rica en detalles y arreglos.
"Es un sonido mucho más nítido y donde potenciamos lo trabajado en el disco anterior. Y sacarlo en EP nos pareció el formato ideal, mucho más rápido y adecuado para los tiempos que corren. Hacer un álbum completo habría significado demasiado tiempo", grafica el cantante.
Eso sí, no todo es presente y futuro. El calor también contiene una de las especialidades de la casa, hábito inequívoco del actual trío en sus dos trabajos en los 80: samplear grabaciones ajenas extraídas de la radio y la TV, sobre todo de predicadores exaltados que buscan evangelizar a través de los alaridos y los ademanes categóricos. Si en ¡Viva Chile! (1986) desfilaron personajes como La Brujita Caramelo, Yolanda Sultana o el estadounidense Jimmy Swaggart, ahora aparecen Nezareth Castillo Rey, un pastor peruano de 13 años cuyos videos en YouTube lo muestran clamando que el hombre en ningún caso es "pariente del mono", y un residente de Valparaíso en plena época de las lluvias torrenciales.
"Nos gusta hacer esos guiños, sobre todo cuando tienen algo de actualidad", resume la voz de El frío misterio, consciente que durante estos meses alistan el terreno para volver sobre sus modos de ayer y hoy. El grupo por estos días compone los temas de un álbum con salida tentativa para el próximo año, el que nuevamente extenderá una racha poco usual en la vida de Electrodomésticos, acostumbrados a una obra esporádica que, ya en la adultez, aspira a una mayor persistencia.