Los mandos militares chinos que acudieron a Beijing al último Congreso Nacional del Pueblo recibieron la orden de llevar sus propios cepillos de dientes, mientras que los delegados legislativos ya no fueron recibidos por azafatas a su arribo al aeropuerto. En otro tiempo eran agasajados con suntuosas comidas de bogavante (una especie de langosta) y aletas de tiburón, pero ahora tuvieron que servirse comida de cafetería y alojarse en pensiones, en lugar de lujosos hoteles. Estos son algunos de los cambios impuestos por el nuevo Presidente Xi Jinping, en su desafío por hacer frente a la corrupción y la ostentosa vida de los funcionarios que han provocado indignación hacia el gobernante Partido Comunista, al punto de que el sucesor de Hu Jintao ha advertido que está en juego la sobrevivencia del partido.
"Ya no se ofrece carne en el desayuno. Comemos de cafetería, como si viajáramos con una agencia ordinaria de viajes que nos ha alojado en un hotel sin estrellas", comentó a AP Han Deyun, un abogado de la ciudad de Chongqing -una de las más grandes del país- que ha sido congresista delegado desde hace 11 años. "Los almuerzos y las cenas son igualmente simples, cuatro o cinco platos, pero no pescado", agregó.
Precisamente, el eslogan de la campaña por la austeridad impulsada por Xi está basado en su visión gastronómica: "Cuatro platos y una sopa", según consigna The New York Times. El líder chino sólo come cuatro platos y sopa -frente a los 10 habituales- durante las giras de inspección, señala la prensa local. Y los principales afectados con esta campaña han sido, precisamente, los proveedores de la "buena vida". Los caterings de lujo, los mayoristas de abulón (preciado molusco), los hoteles cinco estrellas y los fabricantes de cigarrillos Yellow Pavilion, la codiciada marca de los burócratas que se vende a US$ 300 el cartón, están entre las "víctimas" de las medidas a favor de la frugalidad, según el Times.
Por ejemplo, la Asociación de Cocina China dijo que el 60% de los restaurantes encuestados el mes pasado había experimentado una caída en las reservas, y que los banquetes patrocinados por el gobierno disminuyeron casi un tercio en comparación con el mismo período del año pasado. Shen Danyang, portavoz del Ministerio de Comercio, reconoció que las ventas de las aletas de tiburón se habían reducido más de un 70%, y las ventas de nidos de golondrinas, el ingrediente principal de un plato que cuesta US$ 100, bajaron 40%. Y los meseros, cuyos salarios se basan en parte en las propinas, han visto caer sus salarios en un tercio.
El Times también destaca que las ventas de pasajes aéreos de primera clase han bajado un 10% en los últimos meses, y los concesionarios de artículos de lujo han informado de una caída del 20% a 30% en sus negocios. El consumo de Moutai, un licor obligado en los banquetes oficiales y cuyo valor por botella es de US$ 600, también se ha visto afectado. El diario South China Morning Post informó que las ventas de Moutai habían caído un 29% desde noviembre.
Pero Wu Qiang, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Tsinghua, en Beijing, se muestra escéptico de esta campaña. "Más que restringir los hábitos alimenticios de la gente, tenemos que limitar el poder del partido; de lo contrario, esto es sólo una farsa política", sentenció al Times.