Algo hay en la música de Emmanuel que la ha vuelto casi inmune al paso de los años. Puede que sean las letras de sus canciones, pobladas de imágenes y analogías con las que el mexicano construyó un imaginario propio, ajeno a la ortodoxia de la balada en español. O la cuidada elección de sus colaboradores históricos, donde destacan los grandes autores de la música popular iberoamericana de fines del siglo XX, como Manuel Alejandro, Lucio Dalla o Juan Carlos Calderón. O quizás la respuesta está en su pasado de torero, afición heredada de su padre que se vio truncada precozmente por una cornada, pero de la que el cantante parece haber aprendido, además de sus característicos movimientos de staccato, el rigor y la soltura necesarias para dejar huella en la canción romántica, el pop bailable y los ritmos centroamericanos.
No por nada, temas como Bella señora o La chica de humo siguen animando fiestas y pistas de baile un cuarto de siglo después, mientras que los clásicos de su primera época solista, aquella que tuvo su cumbre en el fundamental Íntimamente (1980), aún suenan frescos en el MTV Unplugged que el cantante lanzó la semana pasada. Una cualidad que volvió a quedar demostrada en su último paso por el Festival de Viña, en 2015, donde el solista dio una clase magistral de vigor artístico ante una Quinta Vergara que permaneció llena y se entregó al karaoke generalizado -desde las calcetineras de la galería hasta los jóvenes rostros de TV en platea-, pese al desacierto de la producción de programar su show a altas horas de la madrugada.
"Uno siempre se acomoda a las circunstancias, hay que superar todo. Si la gente lleva horas ahí sentada hay que salir a dar la vida porque eso es lo que la gente espera", dice el artista de 62 años desde México, recordando ese último encuentro ante el Monstruo y, de alguna forma, revelando la fórmula que lo mantiene activo tras cuatro décadas de carrera. "(El concierto) fue efectivamente muy tarde pero la reacción de la gente fue emocionante, nadie se movió del lugar. Un momento para el recuerdo tanto mío como de ustedes, porque siento que quedó en nuestros corazones, me he encontrado con chilenos que me lo comentando", agrega.
A dos años de esa visita, el cantante vuelve a Chile el próximo sábado 18, con la llegada al Gran Arena Monticello de The Hits Tour, la gira que inició en Estados Unidos el año pasado y que recientemente interrumpió para salir a recaudar fondos por los damnificados del terremoto en su país, con una serie de conciertos junto a su compadre Mijares. En este nuevo show no hay dobles lecturas: sólo éxitos, de esos que Emmanuel tiene de sobra, "además de algo de lo que mostramos en el Unplugged de MTV, una especie de nostalgia moderna", adelanta.
¿Cómo se sintió llevar todo su repertorio al formato desenchufado y a esa instancia tan emblemática?
Hacer un unplugged siempre es un reto, porque es mucho más fácil hacer una canción nueva que cambiar todo el concepto de una canción ya hecha, que está en la cabeza de la gente y la tuya. Así que hubo que estudiar. Pero lo sacamos adelante, los invitados le dieron un color muy diferente y al final superó todas las expectativas que teníamos. Obviamente siempre se pueden mejorar cosas, porque como dice un dicho por ahí, "una obra de arte siempre es inconclusa" y los artistas siempre estamos dándole vueltas a los detalles.
Algo de esa idea de lo inconcluso para estar también en su público, que se expande constantemente hacia nuevas generaciones.
Sí, se va sumando un público que a lo mejor no era tuyo. Pero uno no lo hace pensando en eso, sino pensando en la música. Si trasciende generaciones, pues qué mejor, pero piensas antes que nada en la música, si no, creo que te traicionarías bastante. Obviamente al hacer canciones piensas en cómo actualizarte y estar vigente, pero para llegar a esos lugares tienes que respetar tu identidad, y si funciona, ideal. Afortunadamente eso está ocurriendo.
¿Son muy distintos los caminos para conseguir el éxito hoy en comparación a cómo era hace 30 o 40 años? Hoy, para un artista latino, parece imperativo hacer duetos y música para bailar.
El éxito no es algo tan difícil de conseguir, hay mucha gente que lo logra. Pero posicionarse en el mercado y mantenerse es mucho más difícil y más lento. La música, claro, pienso que ha cambiado mucho. Hoy se mueven mucho los pies y se piensa muy poco en el corazón. Creo que se está perdiendo un poco la esencia de los países porque la competencia internacional es muy fuerte, y cuando ves que un mercado grande como el norteamericano o el europeo están haciendo una cierta música, todo el mundo quiere empezar a hacer eso.
En su carrera ha trabajado con algunos de los grandes compositores de la música pop en español. ¿Hubo alguno que lo haya marcado particularmente?
Manuel Alejandro, por supuesto. Él es de esos autores únicos, de esos compositores súper especiales que escribían con mucho sentimiento y al mismo tiempo con mucho conocimiento. Juntaba las dos cosas y salían unas bombas. Y Lucio Dalla, que fue otro personaje espectacular. Las canciones que sacaban nos dieron de comer a muchos artistas.
¿Cree que existen nombres actuales capaces de emularlos, de hacer canciones transversales y que perduren en el tiempo?
Yo creo que sí existen esos autores pero la radio e internet han ido hacia otro rumbo musical. Ese personaje siempre existirá, pero con todo lo que ocurre en la radio y el streaming le cuesta mucho trabajo a ese compositor o a ese artista moverse. Las palabras son diferentes, las formas de expresarse son diferentes, hay mucha más rítmica. La gente de los medios y mis propios colegas quieren que el éxito sea inmediato, pero la cosa no funciona así, hay que caminar un rato, echar raíces en el corazón de la gente.