A los 17 años, Emmanuel Macron le prometió a su profesora del Lycéé La Providence, de la Compañía de Jesús, en Amiens, que se casaría con ella.  La tarea en ese entonces parecía imposible: Brigitte Trogneux estaba casada, tenía tres hijos y era 24 años mayor que su pupilo favorito.

Los padres del estudiante se opusieron a la incipiente relación y la cercanía entre alumno y profesora prometía causar un escándalo en la Amiens natal de Macron, una ciudad de 134.000 habitantes del norte de Francia.

Pero el ahora Presidente electo de Francia cumplió su promesa. En 2007, 13 años más tarde, se casó con Trogneux, que se convirtió en la carrera hacia el Elíseo en un activo clave para su triunfo. Pero los resultados de ayer muestran que la perseverancia y la tenacidad de Macron traspasan el ámbito amoroso.

Hace cuatro años, era prácticamente un desconocido para la mayoría de los franceses. Ahora el político de 39 años llega a la Presidencia de Francia como el jefe de Estado más joven de la historia de su país, desde Napoleón.

El político de centro ha tenido un rápido ascenso dentro de la política gala. Fue el ministro estrella del Presidente socialista François Hollande al liderar la cartera de Economía, pero luego decidió alejarse del establishment político para fundar su propio movimiento, ¡En Marcha!

En noviembre de 2016 lanzó su candidatura, pero no se dirigió ni a la izquierda ni a la derecha, "sino a los franceses". Colgándose del creciente desencanto frente a la clase dirigente, Macron prometió sacudir la forma de hacer política en Francia, según expresó al presentar su programa, basado en una "revolución democrática profunda".

"Francia está bloqueada por las tendencias de su elite de servirse a sí misma", dijo durante la campaña, ante simpatizantes en un mitin en Pau, al sur de Francia. Y agregó: "Y les contaré un pequeño secreto: lo sé porque fui parte de ella".

Para ese entonces, pocos le tenían fe a la candidatura de Macron. Pero la crisis del Partido Socialista y el escándalo de corrupción del candidato conservador François Fillon, lo impulsaeron hacia la Presidencia. Y a pesar de que él se posicionó como un outsider de la política, desde el establishment fue visto durante las últimas semanas como la carta para detener a la ultraderechista Marine Le Pen.

Estudió filosofía y luego se graduó de la Escuela Nacional de la Administración, considerada la incubadora de la elite francesa. Tuvo mucho éxito al dedicarse a trabajar como banquero en el sector privado. Justamente este período de su carrera fue aprovechado durante la campaña por su contrincante, que en distintas ocasiones lo tildó de un "defensor de la oligarquía".

Comenzó su carrera política apoyando la candidatura de Hollande en las primarias de 2011, pero ya no como militante socialista, partido al que renunció en 2009. Ya desde ese entonces, Macron entendió que para llegar a lo más alto del liderazgo político de su país, debía distanciarse de la política tradicional.

En 2012 se convirtió en el secretario general adjunto del Elíseo y su principal labor era aconsejar al Presidente sobre economía. En junio de 2014 fue nombrado ministro de Economía y ha sido criticado por haberle dado un nuevo impulso a la administración Hollande, supuestamente a favor de los empresarios.

Macron llamó la atención de los electores por ir en contra de una creciente ola nacionalista europea. Así, está a favor de la globalización y de continuar en la Unión Europea. Además quiere implementar una política más "humana y eficaz" hacia los refugiados. Se declara por lo mismo un admirador de la canciller alemana Angela Merkel.

Por su estilo más juvenil y moderno, el diario francés Le Monde lo catalogó como el "Steve Jobs a la francesa". Otros lo han llamado "el Kennedy francés". Tras su triunfo ayer en las urnas, Macron tendrá el desafío de obtener respaldos en la Asamblea Nacional, ya que por ahora no cuenta con parlamentarios que lo respalden oficialmente.