En pleno 2012, el miércoles en la noche el Teatro Caupolicán se convirtió en la perfecta postal noventera. Pero no fue una imagen ligada a la música pop más alternativa, como lo que se vio con Garbage el lunes anterior en el mismo recinto, sino que una que se relaciona con los sonidos creados al otro lado del Atlántico: Suede.

Porque desde el momento en que Brett Anderson y compañía subieron al escenario el público pareció olvidar que no estaba en la época de apogeo del Britpop. Más aún: la audiencia celebró cada minuto del show como si tres años antes el vocalista no hubiese tocado canciones de su entonces desmembrada banda, como parte de la gira solista que lo trajo a Chile por primera vez.

Tras partir el set a las 21:05 horas con Introducing the band y seguir con las muy coreadas, bailadas - en algunos casos saltadas- She, Trash, Filmstar y las clásicas Animal nitrate y We are the pigs, la banda mostró energía y oficio sobre el escenario para entretener sin problemas a una audiencia que casi repletó el local de San Diego. Lugar en que poco importó la modesta puesta en escena, algunos problemas de sonido y que Suede no toque material nuevo hace una década.

El primer respiro de la noche llegó con la pausada By the sea, canción durante la cual Anderson se mostró emocionado y ya con Killing of a flashboy el histriónico cantante volvió a hacer aplaudir a su público y tras una versión más rápida de Can't get enough llegó otra pequeña pausa con Everything will flow, "Canten para mí, ¡más fuerte!".

Más adelante en el show, la agrupación que llegó enfundada en negro -salvo la camisa blanca de Neil Coding, quien estuvo a cargo de teclados, guitarra y coros-, tocó Metal Mickey, que desató la alegría del público al igual que temas como New generation y Beautiful ones, tras la cual Anderson y compañía se retiraron momentáneamente de escena.

El fin del show llegó con Pantomime horse y las palabras de Anderson, con las que dio las gracias y comentó: "Han sido una muy buena audiencia, ha sido muy especial. Esta es la última canción, Dios los bendiga". Tras lo cual comenzó Saturday Night, momento que el vocalista aprovechó para saludar a las primeras filas y luego despedirse de un público que se mostró satisfecho a pesar de que el show duró alrededor de 90 minutos.