Quedar puntero. Ese era el premio en disputa en Sausalito. Eso se jugaban Everton e Iquique, los únicos invictos del torneo hasta esta jornada. Y con Colo Colo como distante espectador, esperando conocer a quien escoltarías tras la novena fecha. Y el premio fue para los Dragones celestes, que con el 0-0 siguen al mando del torneo, con un punto por sobre los albos.

La visita tenía más responsabilidad, ya que llegaba como líder exclusivo. Los locales eran los aspirantes, los que con un triunfo ratificarían un excelente momento que los colocaría como nuevos punteros, abriendo la lucha por la corona.

Quizás esta ilusión para ambas escuadras se transforma en presión. Sí, corrían todos. Sí, los dos equipos buscaban atacar. Sí, los dos mostraban los movimientos bien trabajados y aprendidos. Pero nadie terminaba de buena forma la jugada, nadie enviaba bien el centro, nadie remataba con real peligro.

En ambas áreas se diluía la intensidad que se vivía en el resto de la cancha.

Y la más clara del primer tiempo, quizás la única clara de esta etapa, la falló Gonzalo Bustamente. Entró sólo, amagó al defensa que alcanzó a llegar y... Elevó frente al arco de Eduardo Lobos.

El segundo tiempo comenzó con las mismas virtudes y los mismos defectos del primero. Aunque con más empuje de Everton. Claro, aunque a Iquique un triunfo le daba tres puntos de ventaja sobre Colo Colo, un empate por lo menos le permitía seguir como líder exclusivo.

Pero a los viñamarinos sólo les servía la victoria. Por eso a los locales se les veía más inquietos, acelerando más, con Cerato moviéndose por todos lados buscando romper la defensa iquiqueña.

Los dirigidos por Jaime Vera estaban igual de concentrados, jugaban con el mismo esfuerzo, pero manejando la velocidad de sus movimientos. Esperando el momento exacto. Como a los 62', cuando un remate de Riquero exigió a Lobos, quien dio rebote, pero se salvó ya que no había ningún rival cerca para aprovecharlo.

Y fue el momento para que los Dragones celestes aceleraran nuevamente. Y a los 72', otra vez un tiro de distancia, de Bustamante, obligó a trabajar a Lobos.

Y el compromiso entró en un ida y vuelta, sin pausas, con los hinchas viñamarinos animando constantemente, con ilusión cuando atacaba su equipo, con nerviosismo cuando se acercaba en Iquique.

El partido un intercambio de golpes entre dos boxeadores intensos, pero que no encontraban el nocaut.

Everton luchaba y luchaba. Iquique contragolpeaba y contragolpeaba. Nadie se rendía, pero nadie lograba desatar la fiesta con una conquista.

No llegó. Pero si hubo festejos. Los iquiqueños, que regresan a su tierra como salieron, como los únicos punteros del Clausura.