José Manuel Moller, es un joven que siempre se ha destacado por su vocación social. Mientras estudiaba ingeniería comercial en la Universidad Católica, no tardó en mostrar su interés en la política universitaria y temas sociales. Fue así como durante tres años trabajó como voluntario en Techo, lugar que lo llevó a involucrarse aún más en la temática social.
Pero con el paso del tiempo, junto a otros tres amigos, decidió tomar una decisión más arriesgada. Ir más allá. Introducirse en la realidad de aquellos a los que por años había ayudado de una u otra forma; vivir como ellos era el siguiente paso.
"Todo nace por una experiencia en el 2012. Cuando me fui a vivir con unos amigos a la comuna de La Granja. Estando allí, comencé a vivir un problema que me afectaba día a día y que, además, afectaba a millones de familias en el mundo. Que la plata no te alcance para comer", cuenta Moller.
Aquella situación lo llevó a ver las cosas de otra forma. "Como éramos estudiantes no nos alcanzaba para comprar mensualmente en el supermercado, así que comprábamos en el almacén de barrio. Ahí me di cuenta que cada mes pagaba hasta 40% más en productos básicos, al comprarlos en pequeños formatos", agrega.
Esa realidad generó que José Manuel pensara en una solución efectiva y que beneficiara a esas familias, dando inicio de esta forma a Algramo.
"Lo que nosotros hacemos es vender productos de necesidad básica a granel (sin empaquetar). Vendemos arroz, porotos, lentejas, garbanzos, azúcar y detergente en almacenes de barrio por medio de máquinas dispensadoras y un sistema retornable", explica Moller.
Su proyecto permite que las personas puedan acceder a estos productos a un precio menor.
"A ese 40% más, nosotros lo llamamos 'impuesto a la pobreza', y ocurre porque las cadenas de distribución tradicional cobran por marketing, packaging, entre otras cosas. Lo que genera un mayor valor del producto", explica.
Según precisan desde el equipo de Algramo, la finalidad de su proyecto siempre ha sido beneficiar a las familias de bajos recursos y a los almaceneros. Pero eso no es lo único que promete esta revolucionaria forma de comprar. "Nosotros contribuimos a la reducción de la huella de carbono, debido a que usamos envases reutilizables en nuestros productos", destaca Moller.
El impacto que ha tenido Algramo ha sido tal, que ha llevado a José Manuel a ser uno de los emprendedores sociales chilenos con mayor alto impacto. Es más, esta condición lo llevó a ser uno de los principales casos de emprendedores que estuvo presente en la 5° versión del "Seminario-Taller del Ecosistema de Innovación y Emprendimiento en América Latina", que se realizó la semana pasada en Chile.
"Al país le urge que existan más emprendedores que no sólo busquen innovar o emprender, sino que busquen cambiar los problemas radicales de desigualdad que tenemos hoy en el país y en Latinoamérica", resalta José Manuel.
En cuanto a los desafíos, cuenta que se encuentran trabajando para expandir sus máquinas dispensadoras y desarrollando otros proyectos. Uno de ellos es Alcom, iniciativa que busca abastecer de internet a barrios vulnerables.
"En general, buscamos soluciones de impacto masivo, pero a escala humana. Siempre con los pies en la tierra y trabajando desde el almacén", señala. Este año, dice, esperan llegar a mil puntos de venta con Algramo, mil familias conectadas con Alcom y dos proyectos nuevos desde los barrios que ya tienen en carpeta. "Porque el comienzo son los porotos y el arroz, pero creemos que lo que viene puede ser mucho más", finaliza José Manuel.