La mayoría de empresas japonesas afectadas por las protestas antiniponas de septiembre en China, a consecuencia de una disputa territorial entre ambos países, planea empezar a operar con normalidad a partir del próximo lunes 8, informó hoy el diario Nikkei.

Toyota Motor, mayor fabricante nipón de vehículos, tiene previsto que sus nueve fábricas estén operativas en torno a esa fecha, ya que el domingo concluye el periodo vacacional que festeja la fundación de la República Popular China.

El fabricante de Aichi detuvo el 26 de septiembre su producción en las plantas de Guangdong y la ciudad de Tianjin, debido a la caída de ventas estimada en China ante el creciente sentimiento antijaponés.

La empresa, que presentará el martes 9 su volumen de ventas de septiembre en China, ajustará la producción de las nueve fábricas en función de este rendimiento.

Del mismo modo, Nissan Motor tiene intención de que sus tres fábricas en suelo chino funcionen el lunes, aunque la empresa aún debe estudiar más a fondo la situación del mercado local para decidir si retoma el mismo ritmo de producción que antes de las protestas.

Otras empresas del sector como Honda Motor, Mitsubishi Motors o Mazda Motor, también esperan que todas sus instalaciones estén abiertas y operen con normalidad a partir del lunes.

En cuanto al fabricante de electrónica Panasonic, anunció que su planta de Qingdao estará operativa como pronto a mediados de mes, una vez estén reparados los desperfectos provocados por los manifestantes en equipos e instalaciones.

El minorista japonés Aeon ya tiene abiertos 35 de sus 36 supermercados, aunque el único que mantiene cerrado, también en la ciudad de Qingdao, no estará operativo hasta finales noviembre debido a la gravedad de los desperfectos.

Las protestas contra Japón se multiplicaron en China a raíz de la compra por parte del Gobierno nipón, de manos de su propietario privado, de tres islas del pequeño archipiélago de las Senkaku/Diaoyu, que se disputan ambos países y Taiwán.

Esa adquisición, el 11 de septiembre, provocó una ola de manifestaciones en varias ciudades chinas acompañadas en algunos casos de ataques contra objetivos nipones, lo que llevó a algunas empresas japonesas en China a cerrar temporalmente sus puertas.