Los casi cuatro años que han transcurrido desde el 27 de febrero de 2010 no han aplacado en nada el dolor que siente Olga González Concha por la pérdida de su hijo, Osvaldo Gómez, quien después de huir hacia el cerro, en Constitución, regresó al río Maule para intentar salvar a su familia. Esa misma noche también murieron sus dos sobrinos, que no alcanzaron a ser rescatados desde la isla Cancún.

Olga recuerda que aquella noche estaban acampando en el islote junto a toda su familia, a la espera de la fiesta de la Noche Veneciana, cuando "empezó el movimiento y todos queríamos salir de la isla. Mi hermano (Osvaldo González Concha), que estaba con nosotros y tenía una lancha a motor, subió a toda su familia y arrancó hacia Constitución. Luego, su hijo (Osvaldo González Orellana) regresó en el mismo bote para rescatar a más gente. Entonces subió a toda la familia de mi hermana, unas 20 personas más. El bote casi se hundía, pues llevaba mucha gente. El tsunami todavía no llegaba y el río se recogió. Mi sobrino desembarcó la segunda lanchada y regresó a la isla por nosotros, pero el río ya estaba de vuelta, el agua subía con mucha fuerza. Habían transcurrido 25 minutos desde el fuerte terremoto. Logró llegar a la isla y nos subimos con mucha dificultad, pues teníamos el agua a la cintura".

Olga recuerda que en ese tercer viaje de la lancha "veníamos desesperados, fue un viaje eterno, a pesar de que son sólo unos 200 metros, el río traía restos de lanchas, casas, árboles, sin embargo nunca dudé que nos salvaríamos".

Gracias a la valentía de Osvaldo se salvaron unas 60 personas . El joven quiso regresar una cuarta vez, pero desde la orilla le gritaron que ya no podía seguir navegando, y regresó a la ribera. Sin embargo, en el islote quedaron dos sobrinos de Olga, quienes murieron al ser arrasados por las aguas, mientras decenas de personas trepaban a los árboles intentando proteger sus vidas.

A la llegada de la primera ola, otro familiar de Olga, Gabriel Muñoz, quien se encontraba sobre el puente Cardenal Silva Enríquez, lanzó una cuerda hacia el río y de esa forma rescató a 10 personas.

Mientras tanto, el hijo de Olga, Osvaldo Gómez, quien se encontraba en su casa al momento del terremoto, huyó al cerro Centinela junto a sus hermanos. Aunque luego decidió volver por sus padres. "Al ver que nosotros no estábamos con él, mi hijo quiso tomar un bote para ir hacia la isla para rescatarnos, pero en ese minuto llegó la primera ola y se lo llevó. Yo me enteré que había fallecido el 27 de febrero en la tarde, cuando hallaron su cuerpo", relata la mujer.

El jueves, la Corte Suprema acreditó la responsabilidad del Estado en la muerte de Mario Ovando Garcés, quien falleció en Talcahuano luego que el mar cubriera por dos metros de altura su casa. Además, el viernes se conoció que otras 48 familias de víctimas del tsunami demandarían al Fisco.

En ese contexto, a Olga le queda la triste sensación de que su hijo murió intentando salvar a su familia, y reflexiona: "Creo que en este caso los marinos deberían haber hecho lo que hizo mi sobrino, mi hermano, mi compadre y lo que quiso hacer mi hijo. Se supone que la gente de la Armada tiene la formación para hacerlo, pero esa noche arrancaron sin hacer nada por las personas".

La mujer, como otras 68 familias de Constitución, Curanipe y Pelluhue, decidió iniciar acciones legales y hoy espera que los tribunales establezcan responsabilidades. "Espero que este proceso termine pronto para estar tranquila. No me interesan las indemnizaciones, porque no hay dinero que pueda pagar la vida de mi hijo y las de mis sobrinos, pero sí anhelo que se haga justicia", puntualiza.