La policí­a egipcia arrestó a 21 aficionados al fútbol presuntamente vinculados con una estampida mortal fuera de un estadio de El Cairo y los señaló de atacar a policí­as, dañar coches policiales y aterrorizar a la gente, dijo un fiscal el martes. Por su parte, grupos humanitarios culparon a la policí­a por las muertes.

El fiscal Mohamed Seif precisó a la prensa que ninguno de los 21 detenidos habí­a sido acusado formalmente.

Las autoridades informaron que al menos 19 personas murieron la noche del domingo, cuando la policí­a disparó gas lacrimógeno contra una multitud de fanáticos que esperaban en un pasillo estrecho y cercado para tratar de entrar al estadio, en el este de El Cairo.

Muchas de las ví­ctimas murieron asfixiadas o pisoteados en la estampida. Fue el hecho de violencia relacionada con fútbol más mortí­fero en Egipto desde 2012.

Según los fiscales hubo 22 muertos, pero el Ministerio de Salud del gobierno puso la cifra fatal en 19. Entre los muertos hubo una menor de 14 años. No hubo policí­as fallecidos, pero un vehí­culo policial fue incendiado.

No fue posible explicar por el momento la discordancia sobre el número de muertos.

Los funcionarios del gobierno defienden las tácticas de la policí­a, alegando que los aficionados sin entradas esperaban para ingresar por la fuerza al estadio. Los representantes de los fans rechazaron esos señalamientos. Tras la violencia, la liga de fútbol de Egipto suspendió sus juegos en todo el paí­s por tiempo indefinido.

La policí­a ha sido acusada repetidamente de utilizar la fuerza excesiva contra multitudes y protestas. Los manifestantes antigubernamentales han criticado las tácticas policiales desde que un levantamiento popular expulsó del poder en 2011 al entonces viejo lí­der egipcio Hosni Mubarak.

Dieciséis grupos defensores de los derechos humanos emitieron el martes una declaración conjunta en la que culparon a la policí­a por las muertes. Acusaron a los agentes de atacar a la multitud de una manera "vengativa". Dijeron que la policí­a debe rendir cuentas por su papel en la violencia o de lo contrario se estará alentando a que repitan sus errores.

La policí­a ha utilizado cada vez más fuerza contra los manifestantes desde 2013, cuando el ejército derrocó al presidente islamista Mohamed Morsi. Desde entonces, las fuerzas de seguridad han perseguido a los activistas antigubernamentales, tanto de facciones islamistas como seculares, en un ambiente intolerante con las crí­ticas.