De cien chilenos adultos, 18 tienen un consumo abusivo de alcohol. En general, beben una o dos veces a la semana y en grandes cantidades. Según la última Encuesta Nacional de Salud, en sólo una noche estas personas beben 5,4 tragos, alcanzando un promedio de 56 gramos de alcohol por cada litro de sangre.
Con esas cifras, no es raro que sean muchos los chilenos que estén atentos a los resultados de una investigación pionera en el país y también en el mundo.
Se trata de la primera vacuna contra el alcoholismo que con una sola dosis podría proteger al paciente durante un año. Un trabajo que viene realizando un grupo de científicos chilenos y que en noviembre iniciará las primeras pruebas con 20 chilenos sanos, pero que tengan algún grado de dependencia alcohólica.
El doctor Juan Asenjo, director del Instituto de Dinámica Celular y Biotecnología de la U. de Chile, es uno de los investigadores y adelantó que las pruebas preclínicas, que se realizarán en animales, se inician en estos días en un laboratorio de India. "Estas pruebas en animales parten ahora. En abril tendremos ya los resultados completos", dijo.
El test preclínico en animales busca medir la toxicidad y efectos secundarios de la vacuna. Las dosis que se usarán para ello fueron producidas en Canadá, en un laboratorio certificado que realizará el escalamiento de la inyección para obtener las dosis necesarias para aplicar a las ratas. En los estudios previos, un 50% de los animales se volvió intolerante al alcohol.
Tras ello y los trámites administrativos de rigor, se importarán las dosis de la vacuna para humanos desde un laboratorio en Portugal (también certificado para la producción a escala) y que permitirá que 20 pacientes chilenos del Hospital San Borja Arriarán la prueben en noviembre de este año, dijo Asenjo.
La terapia
Para conseguir que el paciente rechace el alcohol, esta vacuna usa una terapia génica. Esta consiste en un virus modificado que retiene la capacidad de infectar a las células del cuerpo, pero que en su interior, contiene un gen presente en el 20% de la población asiática y que, se conoce, los hace intolerantes al alcohol. Esto, porque bloquea una enzima encargada de degradar el alcohol ingerido en el cuerpo.
La vacuna ingresa este gen en el cuerpo del paciente y hace que esta enzima deje de funcionar. Eso significa que la persona no puede degradar el alcohol que ingiere, por lo que ante la más mínima ingesta, sentirá en forma exagerada todos los síntomas negativos del alcohol (rubor en la cara, mareos, náuseas, sudoración y palpitaciones, entre otros), igual que si hubiera tenido un consumo exagerado de éste.
Esta exacerbación de síntomas ocurre porque la parte no degradada del alcohol, llamada acetaldehído, se acumula en el organismo ayudando a que los pacientes no quieran beber más.
Actualmente, el fármaco disulfiram se usa en las terapias anti alcoholismo, para inhibir la función de la misma enzima que bloquea la vacuna (acetaldehído deshidrogenasa).
Pero como tiene que ser ingerido diariamente por los pacientes, basta con que no realicen esta acción para que dejen de sentir lo malestares y vuelvan a tomar. La inyección, en cambio, asegura efectos permanentes por al menos un año y con una sola dosis.