Hace once años alguien dijo "quiero vivir en el campo, a escasos minutos de la ciudad y a precio bajo". Listo. La comunidad ofrecía esto y no había nada más que hablar ni pensar. "La tranquilidad, la relativa buena calidad del aire, la diversidad del vecindario y del resto de la comuna", según nos cuenta su dueña de casa, fue lo que la hizo echar raíces en esta parte de Santiago.

La casa de 180 m2 fue construida por el arquitecto Joaquín Cordua, quien se ha especializado en nuevas técnicas de construcción en adobe y recuperación. Una prueba concreta de solidez para quienes han condenado el adobe luego del terremoto que tuvimos el 27 de febrero de este año. Es que gracias a la nobleza de estos materiales la calidez se respira durante todo el recorrido que hacemos por la casa. "El adobe es un excelente material: es barato, sale del mismo terreno, es térmico, es elástico y, por último, es biodegradable. El tema es cómo se construye, no con qué", afirma la dueña, quien vive junto a su marido e hijo.

Elegir estar en contacto directo con la tierra, sobre un escenario que fomenta la libertad y la creatividad de quienes se paran sobre él. Esto es lo que se encuentra acá, casas integradas al paisaje con un bajo impacto en el entorno, que mantiene y rescata la identidad rural que obviamente nos hace volver a lo nuestro.