Jon Benjamin fue el embajador británico en Chile por cinco años, cargo que dejó en diciembre. En su balance de su paso por el país, dijo que una de las cosas que más le llamó la atención fue que la gente que se conoce siempre se pregunta de qué colegio egresó, una interrogante que a su juicio, tiene un tono clasista y discriminatorio. "Desde hace 30 años que en Inglaterra nunca nadie me ha preguntado en qué colegio iba, a nadie le interesa", dijo en una entrevista en Radio Duna.

Es que aunque parece una simple interrogante, la respuesta puede entregar tanta información, como desde orientar el nivel socioeconómico, religión, hasta el nivel de formación académica de quien responda.

Para Ernesto Treviño, director del Centro de Políticas Comparadas de Educación de la U. Diego Portales, es una pregunta con importantes implicancias sociales. "La pregunta es súper relevante y yo creo que la respuesta que existe es muy contundente, y sorprende que hayan investigadores que no quieran ver la manera cómo se reproducen las desigualdades del sistema escolar. Es tapar el sol con un dedo", sostiene.

Según un estudio de 2004 de la U. de Chile, al comparar los ingresos de un buen alumno, pero de un estrato socioeconómico bajo, con los de un mal alumno, pero de un estrato alto, el primero va a tener en promedio un ingreso 25% menor al segundo, pese a sus méritos. Y una de las razones de la diferencia es precisamente el colegio.

Otra investigación de 2013 de Seminarium Penrhyn mostró que el 84% de los líderes del mundo de las empresas estudiaron en colegios particulares (ver infografía). "El porcentaje de la población que estudia en esos establecimientos es sólo 7,2%, y la probabilidad de ser un profesional del mundo de las empresas aumenta 12 veces al estudiar en esos colegios", explica Rafael Rodríguez, presidente de Seminarium Penrhyn.

Las diferencias hablan no sólo de la calidad de la educación, sino también, de cómo los círculos sociales que generan estos establecimientos mejoran la posibilidad de encontrar oportunidades, indica Treviño. "Los colegios en Chile están marcados por la desigualdad, y determinan el capital social de las personas", agrega. El experto UDP, indica que los colegios replican el capital social que ya tienen los alumnos a través de sus familias. "Si estuviéramos en un sistema educacional que no reprodujera esas desigualdades, no nos estaríamos haciendo esta pregunta", sostiene.

SEGMENTADO

Según Rodríguez, la pregunta va segmentando a la población. "Si los colegios fueran de igual calidad sería una pregunta irrelevante. La principal fuente de discriminación en Chile es la mala calidad de educación", sostiene.

Escoger entre un colegio público o privado puede influir, por ejemplo, en los resultados que se obtienen en la PSU. En la prueba de Lenguaje de 2013, el puntaje promedio de los alumnos de colegios particulares pagados fue de 598 puntos, 128 más que el de los estudiantes de municipales (470 puntos). En la prueba de Matemática, los estudiantes de colegios pagados tuvieron 142 puntos más (610) que los de establecimientos municipales (468). Los alumnos particulares subvencionados, por su parte, tuvieron un promedio de 499 puntos.

Por eso, destaca Rodríguez, la verdadera discriminación se produce por la pésima educación en Chile. "Ahí es donde está el problema de la discriminación, que es una bofetada que se le entrega a los niños chilenos", agrega.

Para reparar esas deficiencias y que la pregunta del lugar en que se estudió no sea determinante, Rodríguez dice que se necesitan duras reformas. Modificaciones que se tienen que dar especialmente en la formación de los profesores y que implican una inversión que verá frutos en una generación más, es decir, en 25 años.

"Esto es mentira que se arregle con pequeños adornos. Necesitamos hacer una reforma al actual sistema,  desde la lógica del financiamiento escolar, a las leyes con que se organizan las escuelas, hasta la selección de los estudiantes. El peso de la organización del sistema es tan grande que las escuelas no pueden solas", indica Treviño.

Un tema que también pasa por la calidad docente, dice Rodríguez. "¿De dónde se sacan profesores, si no entienden lo que enseñan? Si estudiaste en un colegio particular o público, salvo algunos casos, marca una diferencia. Y no se trata de esnobismo de colegio privado versus los demás. El problema es que más del 90% de los niños en Chile se están subeducando", acusa.

José Salinas, geógrafo. Liceo de aplicación

"Me enseñaron a tener opinión"

José Salinas (37) estudió en el Liceo de Aplicación. Su paso por uno de los llamados liceos emblemáticos del país, reconoce, lo marcó positivamente. "Muchas de mis experiencias están influenciadas por el liceo. Parte de la formación que me dio el colegio fue que me enseñaron a tener una inquietud de búsqueda de conocimiento, que no había que quedarse sólo con lo que te decía el profesor", dice.

La necesidad de informarse y tener una opinión propia, cuenta, fue uno de los principales aspectos que rescata de esos años.  "Eso me ayudó para entrar a la universidad. Ahí me di cuenta que tenía muchas herramientas, y que me las habían entregado el colegio y algunos profesores. Muchos conocimientos de la universidad, especialmente en primer año, yo ya los había estudiado en el colegio", indica.  Además, estar en un colegio grande, lo ayudó a ver la vida de una forma diferente. "Había mucha actividad social, mi liceo no era igual a otros colegios. Amigos que estudiaron en otros colegios, su vida era distinta. Nosotros estábamos atentos a los cambios que se estaban produciendo. Mi colegio tenía esa conciencia social". Cuenta que mantiene el contacto con amigos de esa época, y que entre ellos nunca faltan anécdotas para recordar.

Benjamin Pizarro, administrador. Instituto Nacional.

"Siempre causa buena impresión"

En 1972, Benjamín Pizarro (60 años), finalizó cuarto medio en el Instituto Nacional. "Los institutanos somos como una cofradía", cuenta. Por eso,  poco importa que hace más de cuatro décadas finalizaran sus años de colegio, ocasionalmente se reúnen y siguen siendo amigos. "Conservo muchos amigos. Yo estuve en la selección de fútbol del colegio y muchos son de ese tiempo", cuenta. Hoy gracias a Facebook se han reubicado y vuelven a ver fotos de esa época. "Entre mis compañeros hay muchos que hoy son connotados como Eliseo Salazar, Ricardo Solari, Alberto Luengo, y otros que no son conocidos como yo. El Instituto Nacional es Chile", indica. Para Benjamín decir que estudió en el  Instituto Nacional siempre ha causado una buena impresión en los demás.  "Esta el concepto de que si estudiaste en el Instituto estás acostumbrado a la presión", confiesa. Sin duda, reconoce, lo marcó y por eso lo mantiene como una tradición familiar: "Entró mi hermano, mi sobrino, mi hijo, tengo una tradición institutana". Pero muchos de sus compañeros, dice, no piensan igual. "Dicen que ahí es una mole de cemento, se fijan más en la estructura que en la capacidad educacional que aún mantiene".

Germán Cavada, sicólogo y profesor. Liceo don Bosco

"Generé redes de apoyo"

Germán Cavada (46) es vicerrector del Colegio Palmares Valle Los Cóndores, en San Bernardo, y reconoce que trabajar hoy en el ámbito educacional es consecuencia en gran medida por el legado de su colegio: el Liceo Don Bosco de La Cisterna.

"Toda la enseñanza básica y media estuve ahí. Tuve una formación súper importante con respecto de la solidaridad, al compañerismo, a la formación de grupos y amistades muy potente. Aprendí lo que es estar en una comunidad", cuenta. Y esos lazos aún los conserva. Para el aniversario número 25 de egreso de cuarto medio, llegaron 40 de sus compañeros a la celebración. "Tenemos incluso un grupo en WhatsApp del curso, nos juntamos y tenemos una amistad con mucho cariño", dice.

Admite que el colegio marca para toda la vida, desde las redes de apoyo a las relaciones humanas. Lo que a él le transmitió lo llevó a decidirse por el camino de la educación. "Yo entré como sicólogo, me involucre cada vez más y me formé como profesor. Pero creo que falta que las instituciones transmitan sellos valóricos, hoy están más enfocadas en lo académico y en los resultados, que en los valores. El Simce ha hecho que los colegios sólo se concentren en los resultados", reflexiona.

Verónica Vicencio, periodista. Monjas inglesas.

"Me enseñaron valores" 

Verónica Vicencio (32) estudió en el Colegio del Sagrado Corazón Monjas Inglesas. "Estuve desde kínder a cuarto medio. Era como mi segunda casa", dice.

Sus padres lo eligieron porque quedaba cerca de su casa y una amiga les había dado buenas referencias. Una etapa que considera determinante para su formación de valores y vínculos que hasta hoy mantiene. "Mi colegio tiene hartas actividades para las ex alumnas y eso hace que nos volvamos a encontrar todos los años", dice. Sus mejores amigas, dice, son las que conoció en esos años. Por todo el tiempo que ahí estuvo confiesa sentir mucho cariño por el colegio, que es su primera opción de educación si llega a tener una hija. "Me encantaría tener a mi hija en el colegio. Siento que es un colegio que te enseña valores y que te ofrece herramientas que te ayuda en la vida laboral", asegura.

En sus años en la universidad, cuenta, se sintió segura en términos académicos, porque tenía una buena base que el colegio le había entregado. "El colegio te marca. Te enseña valores, a relacionarte y convive con personas, que se convierten en amigos para toda la vida", indica.

Sergio Guzmán, médico. Verbo divino:

"Marcó mi forma de ser"

Sergio Guzmán (44) es urólogo de Clínica Las Condes, experto en cirugía mínimamente invasiva y robótica, y estuvo desde sexto básico a cuarto medio en el Colegio del Verbo Divino. "Salí  en 1987. No estoy seguro la  razón de mis papás para que estudiara ahí, pero creo que por el prestigio y porque vivíamos cerca", cuenta.

Contar o hablar de qué colegio salió, dice, no es algo  usual. "Pero tuve la suerte de ir a uno de los colegios más prestigiosos". Hoy sus hijos estudian en el Colegio Alemán, porque de alguna manera el Verbo Divino lo acercó al mundo alemán y parte de su desarrollo profesional se relacionó con ese país.

Recuerda como una de las cosas más agradables de su colegio fue poder ir caminando. "Tengo recuerdos muy positivos, sobre todo en la enseñanza media. Me iba bien con las notas y el colegio me daba la libertad de usar los recursos que tenía, como la biblioteca y participar en el mundo científico, porque  quería estudiar medicina. Era súper atractivo para mí". Dice que le gustaría un país donde todos los colegios fueran semejantes y se privilegiara la vida de barrio. "Pero eso no pasa en Chile. El colegio marca una manera de ser. Marca hábitos de estudio, enseña a ver el mundo y deja una huella".