En qué estaban en 2001
Johnny Herrera es el único jugador de este sábado que, hace 14 años participó en la última victoria azul en el Monumental.
Este sábado, Johnny Herrera será el único de los 22 protagonistas que participó en el último Superclásico que ganó Universidad de Chile en el estadio Monumental.
Esa tarde del 9 de septiembre de 2001, en la que Diego Rivarola escaló abruptamente en el ránking de ídolos estudiantiles al anotar dos de los tantos del 3-2 para el equipo de César Vaccia, el golero tuvo una actuación correcta. No le cupo responsabilidad en los goles albos, uno de Sebastián González y el otro, un autogol de Cristián Castañeda.
De los probables titulares albos y azules en la nueva edición del tradicional enfrentamiento, otros cuatro habían iniciado sus carreras profesionales: Justo Villar, con 25 años, defendía a Sol de América; Jaime Valdés, con 20, disputaba su segunda temporada en el Bari de Italia y Esteban Paredes, con 21, luchaba por ganarse un puesto en el primer equipo de Santiago Morning, al que había sido promovido por Sergio Nichiporuk. Mientras, el actual capitán laico, José Rojas, recién llegaba a la escuadra estelar.
Sin embargo, con 18 años, Pepe no tenía continuidad. De hecho, ni siquiera fue a la banca de suplentes en el ahora histórico choque en Macul.
El resto daba, literalmente, sus primeros pasos. Algunos en el fútbol y otros, en la vida. Cristián Gutiérrez, el más joven de los que disputarán el encuentro, tenía apenas cuatro años y vivía en Quebec, Canadá, junto a su familia. Cuatro años más tarde se trasladarían a Chile. Camilo Rodríguez (6), soñaba con emular a su ídolo, Gabriel Mendoza, campeón de América diez años antes con el equipo popular. Martín Rodríguez (con 7) vivía en Diego de Almagro. Claudio Baeza, a los ocho, insinuaba sus condiciones para el baby-fútbol en el Juventud Bolsón, de Los Ángeles.
Entre los universitarios, Sebastián Martínez, con ocho años, buscaba emular a su hermano Christian, quien jugaba en las cadetes de la U. El uruguayo Guzmán Pereira (10), debía sobreponerse a la separación de sus padres y Sebastián Ubilla (11), deslumbraba en el club amateur Pedro Montt, de Quilpué. En tanto, Gonzalo Espinoza, con la misma edad, protagonizaba su primera transferencia: Constitución Fútbol Club lo adquirió a 5 de abril por una malla de pelotas nuevas. Patricio Rubio, con 12, cumplía su quinta temporada en las cadetes de Colo Colo.
Otros ya jugaban con mayor formalidad. Julio Barroso, con 16 años, estaba en Argentinos Juniors y Jean Beausejour, con 17, en la UC,después de un breve paso por la U. Matías Rodríguez (15) buscaba un lugar en Boca Juniors y Osvaldo González (17) estaba a punto de ascender al primer equipo de Universidad de Concepción.
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