Los secretos del sitio arqueológico salvadoreño Nueva Esperanza, ocultos bajo las cenizas del antiguo volcán de Ilopango, salen a la luz con el descubrimiento de tres entierros prehispánicos de al menos 1.600 años. 

Poco a poco la ceniza volcánica ha cedido a los trabajos de arqueólogos japoneses y salvadoreños que esta semana revelaron el hallazgo de "tres entierros prehispánicos de por lo menos 1.600 años de antigüedad" en Nueva Esperanza, ubicado en el municipio de Jiquilisco (Usulután), 70 kilómetros al sureste de San Salvador, de acuerdo a la Secretaría de Cultura de la Presidencia salvadoreña.

Estos enterramientos son similares a los hallados hace años en Kaminaljuyú (Guatemala) y Teotihuacán (México). 

Las tres nuevas osamentas halladas y recuperadas en abril en Nueva Esperanza se suman a la primera que los expertos encontraron en 2007, cuando se descubrió el sitio arqueológico, de acuerdo al coordinador de la investigación en la zona, el arqueólogo japonés Akira Ichikawa.

El experto asiático dijo a la agencia Efe que lo novedoso de este hallazgo es que dos de las tres osamentas estaban sentadas y con las piernas cruzadas, posiciones similares a las de restos encontrados hace varios años en los sitios arqueológicos de Kaminaljuyú (Guatemala) y Teotihuacán (México), los cuales constituyeron centros de poder en el territorio mesoamericano en la época precolombina.

Sin embargo, Ichikawa aclaró que aún se debe investigar más para determinar si hay algún tipo de relación entre esos sitios, así como la cultura a la que pertenecían los restos hallados en Nueva Esperanza.

De acuerdo con el arqueólogo nipón, las osamentas en posición sentada son las terceras que se encuentran en El Salvador, ya que en 2009 otra similar fue descubierta en las ruinas de Tazumal, en el municipio de Chalchuapa, departamento de Santa Ana (oeste), fronterizo con Guatemala.

Las osamentas de Nueva Esperanza, a diferencia de la de Tazumal, tienen un "buen estado de conservación" debido a la ceniza de la erupción del volcán de Ilopango, que se produjo entre los siglos V y VI, cuyo cráter ahora es el lago de Ilopango (centro), enfatizó.

Los tres esqueletos estaban acompañados por ofrendas (una olla, un cuenco de barro, un cántaro, una orejera y cuentas de conchas) y se presume que uno de ellos, el que estaba en posición horizontal, podría tratarse de un niño de entre 7 y 9 años.

Los otros dos, que estaban sentados y con las piernas cruzadas, podrían ser dos adultos de 18 a 35 años, uno de ellos probablemente una mujer, indicó Ichikawa, al tiempo que explicó que es necesario continuar con las investigaciones para precisar la información.

De acuerdo al antropólogo y secretario de Cultura de la Presidencia salvadoreña, Ramón Rivas, la posición de las osamentas sentadas significa que se "trataba de personalidades y gente que estaba en la cúspide de una estructura organizativa".

"Cuando eso se encuentra en una comunidad así, significa que la comunidad pudo haber sido mucho mayor que lo que nos estamos imaginando, y esto sólo lo vamos a entender en base a futuras investigaciones", agregó.

Según las investigaciones preliminares, el sitio arqueológico Nueva Esperanza "es como un pueblo que se dedicaba a la producción de sal en el período prehispánico", indicó Ichikawa.

Este sitio arqueológico fue descubierto en 2007 de forma "fortuita", cuando habitantes de la zona estaban instalando una tubería y encontraron "un montón de cerámica y algunos huesos", dijo a la agencia Efe el arqueólogo monitor del proyecto, Oscar Camacho.

Dos estudiantes de Antropología de una universidad privada del país avisaron a la Dirección de Arqueología de la Secretaria de Cultura de la Presidencia sobre el hallazgo y luego comenzaron los trabajos en la zona, en diciembre de 2007, agregó.

La investigación ha sido coordinada por la Sociedad Japonesa para la Promoción Científica del Museo Nacional de Etnología y la Secretaría de Cultura, y contó con la colaboración de la población de la zona, que ha construido un pequeño museo en el lugar.

Las osamentas, actualmente, están en proceso de limpieza y estudio por parte de la Dirección de Arqueología, ubicada en el Museo Nacional de Antropología Dr. David J. Guzmán (MUNA).

A los restos, que están casi completos (85 %), se les realizarán análisis químicos para poder precisar qué tipo de alimentación tenían, sexo, edad, enfermedades que padecieron y forma de vida, entre otros aspectos, precisó la Secretaria de Cultura.

Mediante la investigación se podrá determinar el patrón funerario de la época y qué relación tuvo el lugar con la erupción del volcán Ilopango, entre otros aspectos, aseguró Ichikawa.

Rivas indicó que los trabajos continuarán en la zona y que se está haciendo todo lo necesario para declarar Nueva Esperanza como patrimonio cultural.