El 77% de los mapuches encuestados por el Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CEII) de la U. Católica declaró que no justifica, bajo ninguna circunstancia, los ataques incendiarios por parte de grupos indígenas. Tampoco avalan, en un 73% de las preferencias, que los agricultores usen armas para enfrentar estas situaciones. Lo mismo corre para el uso de la fuerza policial para disolver protestas.
Esto es parte de los resultados del primer estudio longitudinal de las relaciones interculturales elaborado por la UC. El elevado rechazo a las agresiones fue compartido también por el grupo de población andina, así como por las personas no indígenas encuestadas .
"En modo alguno se puede decir que los mapuches aceptan o promueven la violencia o el uso de la fuerza para alentar sus demandas. Es muy claro, porque efectivamente la reprobación del uso de la fuerza es generalizada", señaló Eduardo Valenzuela, decano de la Facultad de Ciencias Sociales UC.
Agregó que la legitimación de la violencia es siempre minoritaria y excepcional, por lo tanto "no me sorprendió que haya un rechazo bastante unánime a estas formas, provengan de donde vengan, ya sea de grupos proindígenas, de quienes se sienten amenazados, o incluso de la policía".
Para Necun Painemal, investigador y académico en cultura mapuche, estos datos coinciden con el imaginario colectivo de su pueblo, donde la violencia no se justifica, "ya que la tolerancia hacia lo diverso se respeta y todo elemento o ser viviente tiene una función. Y si bien el pueblo mapuche sufrió la usurpación de tierras e incluso el asesinato de su población para quitarles sus terrenos, no tenemos una cultura de guerra, nunca atacamos a otros pueblos y no quitamos tierras. Si nos alzamos en guerra en un momento de la historia, fue en una actitud de defensa", señala Painemal.
Añade que la estigmatización del pueblo mapuche responde a una postura ideológica. "Hoy lo que existe en el sur es delincuencia, tal como también existe en Santiago. Pero si algunos grupos cometen actos de violencia en el sur, se le llama terrorismo, pero si esos mismos hechos ocurren en Santiago, es solo un hecho delictual", precisa Painemal.
En relación con este rechazo a la violencia por parte de los pueblos originarios, Sebastián Donoso, abogado experto en asuntos indígenas de la UC, coincide en que hay un alto porcentaje de población indígena que está en contra de estas formas, pero al mismo tiempo hay una gran parte de ellos que cree que el Estado tiene una deuda histórica pendiente.
"Hay otras encuestas que hablan de un porcentaje cercano al 40% que, aunque sea minoritario, justifica el uso de la fuerza, puntualmente para reclamar tierras, no para otras acciones como quema de camiones o similares. Eso puede estar relacionado con que por un lado se afirma que hay una deuda histórica y por otro que el Estado ha sido lento y poco eficaz en hacerse cargo de ella", afirma Donoso.
Precisamente, otro de los resultados del estudio, que busca dar cuenta de cómo se relaciona la cultura "predominante" con los grupos "minoritarios" y cómo este vínculo va mutando en el tiempo, establece cuál es el conflicto principal para los pueblos indígenas: todos los grupos consultados coinciden en que existe una disputa en el país, aunque le atribuyen una naturaleza institucional, más que interpersonal.
La pugna se daría en contra del Estado y las empresas, más que en contra de los chilenos no indígenas. Ademas, mayoritariamente, reconocen un cierto sesgo negativo en el trato que Carabineros otorga a personas indígenas, respecto de los que no tienen esta condición.
Al respecto, Hugo Alcamán, presidente de la Corporación de Profesionales Mapuche Enama, estima que el conflicto con el Estado apunta al Poder Ejecutivo y Legislativo, que no otorgan cupos a los pueblos originarios. Respecto a las empresas, la disputa se estaría dando con los líderes de las firmas, que no tendrían resguardo del medioambiente.
"Creo que también tenemos un conflicto con la sociedad chilena, que ha sido educada en un paradigma donde se nos mira como personas atrasadas e ignorantes, y donde se nos menosprecia producto de esa educación, y en que sus líderes, por lo mismo, no han sabido responder a nuestras demandas", dice Alcamán.
Parejas y mestizaje
En el estudio participaron 3.617 personas del mundo indígena y no indígena del norte y centro-sur del país, los que serán reencuestados cinco veces más de aquí a 2022. "Por eso es un estudio longitudinal, no es solo la foto de un momento sino de varios, para ver cómo evoluciona esta relación intercultural en el tiempo. Es primera vez que se hace un estudio así en relación con los pueblos originarios, lo que implica diversas disciplinas y un estudio de campo inédito hasta ahora", precisa el sociólogo y secretario ejecutivo de este trabajo, Bernardo Mackenna.
El análisis también abordó los altos niveles de interculturalidad a nivel familiar, en que más de la mitad de los entrevistados mapuches (53%) y un 42% de los andinos tiene pareja no indígena, y sus hijos, en una 63%, se identifican como originarios. "La teoría de la asimilación dice que las parejas mixtas generalmente diluyen la identidad indígena en sus hijos, pero nos damos cuenta de que en Chile sucede todo lo contrario, en que las parejas mixtas no anulan la capacidad de transmitir la identidad indígena", destaca Eduardo Valenzuela.
En opinión de Nicolás Figari, director ejecutivo de Fundación Aitue, estos datos "dan cuenta de una realidad. Ya hay muchos matrimonios y parejas entre indígenas y no indígenas, y es una señal de como la sociedad va dejando de lado la discriminación, si bien aún existen en esto desafíos pendientes".
Otro dato relevante apunta a la autoidentificación racial, la cual es predominantemente mestiza entre los pueblos originarios. Solo un tercio de los mapuches y andinos se identifican como indígenas, en tanto un 60% de los no originarios del centro-sur del país se consideran "blancos". Esto último da cuenta, según los investigadores, de un proceso de "blanqueamiento" arraigado desde la Colonia en la sociedad chilena y que ha tenido como consecuencia la negación de la raíz indígena.
"Creo que cada día hay más valoración y aceptación de la estrecha relación con los pueblos originarios, pero es preciso avanzar, pues hay una 'colonización' mental que hace que pensemos que todo lo que viene de esos mundos es 'inferior' y, como han sido devaluados por siglos, hay que hacer justamente un trabajo de descolonización de los prejuicios y de las maneras de comprensión", señala Sonia Montecino, premio nacional de Ciencias Sociales y antropóloga de la Universidad de Chile.