"No sé lo que falló, ni siquiera sé si falló algo", con estas palabras la enfermera española Teresa Romero, primera contagiada de ébola fuera de Africa y que logró superar la enfermedad, se refirió a la forma en que habría adquirido el virus, luego de participar en forma voluntaria en el equipo que trató al fallecido misionero Manuel García Viejo.
Romero, estuvo en aislamiento en el hospital Carlos III de Madrid, mismo centro asistencial donde trabajaba y donde se contagió el virus.
Al salir de alta, luego de 30 días en tratamiento en el que se temió por su sobrevivencia, Romero leyó una breve declaración sin aceptar preguntas. En ella, señaló que "si mi contagio sirve para algo, para encontrar una vacuna, o mi sangre sirve para curar a otras personas, aquí estoy. Si mi sangre sirve para algo, pues aquí estoy aunque me quede seca".
LA MUERTE DE EXCALIBUR
Teresa Romero además tuvo palabras de agradecimiento para quienes la apoyaron y para el equipo médico que la trató. Sobre su aislamiento solo dijo que "cuando me veía morir, me aferraba a mil recuerdos, a mi familia (...) No tenía más contacto con el exterior que el que tenía con Javier (su marido) a través del teléfono de la habitación".
Pese a la expectación, Romero evitó referirse al sacrificio de su perro Excálibur, cuya muerte fue ordenada por autoridades ante el temor de que pudiese portar el virus.
Sobre el tema, su marido, Javier Limón, señaló que "a Tere le duele mucho este tema, y sólo leeremos una declaración", agregando que tenemos el recuerdo de "nuestro perro Excálibur, al que considerábamos como el hijo que nunca tuvimos".
La conferencia de Teresa Romero finalizó con la enfermera solicitando respeto por su privacidad para poder mejorarse. "Eso es todo, Tere debe descansar", puntualizó Javier Limón.