Enrique Correa se encontraba en Washington, cuando recibió una llamada de Soledad Alvear, quien le avisó que Edgardo Boeninger había empeorado. Tomó el avión rumbo a Santiago y durante el vuelo leyó el libro del ex ministro "Chile rumbo al futuro", que tenía previsto presentar el 28 de este mes. Muy afectado, Correa cuenta que Boeninger fue "un hermano mayor", "el hombre más inteligente que conocí" y de quien aprendió "a vivir la vida con felicidad".
"Trabajamos juntos, palmo a palmo, en un momento muy decisivo para el país y él fue básicamente quien condujo -siempre bajo la dirección del Presidente Aylwin- la transición. No creo que vuelva a estar cerca de una inteligencia como la de Edgardo".
¿Cuál era la característica de esa inteligencia?
Tenía una capacidad de predicción e intuición hacia el futuro muy importante. Pero además de ser un hombre muy exitoso profesionalmente, también fue un hombre que supo encontrarle la veta de la felicidad a su propia vida.
¿Qué decisión importante tomada por Boeninger en la transición recuerda hoy?
El día que nos propuso negociar con RN una reforma laboral y una reforma tributaria. Al tomar esa decisión él dio una nueva solidez al proyecto económico de la Concertación. Estableció los puntos de cambio que tenía que haber en el tema laboral y tributario y también los puntos de continuidad que deberíamos tener con la política económica anterior. Sin Edgardo no habría sido tan fácil esta conjunción entre democracia y equidad social. También se me vienen a la mente las jornadas en su casa en la conformación del gobierno de Aylwin.
¿Qué recuerda de esas mañanas en la casa de Boeninger en Las Condes?
Trabajo y humor. Edgardo siempre sabía poner humo en todas las cosas. Me acuerdo que teníamos que hablar temas trascendentales en su casa, pero él no dejaba de escuchar las carreras de caballo en su radio portátil. Tenía, además, una enorme lucidez que la puso en juego hasta sus últimos días, cuando hablaba con una naturalidad estremecedora del final que se avecinaba.
¿Qué le dijo sobre su muerte?
Estaba muy preocupado de estar vivo y preparado para presentar su libro el lunes 28, pero también estaba plenamente consciente de que el fin se acercaba. Hablaba con una lucidez propia de un creyente, más impresionante aún tratándose de un agnóstico.
¿Cuál era su preocupación central que escribió en su libro?
Un nuevo acuerdo social que tuviera mejoras tributarias, un reconocimiento más explícito al papel de la empresa, derechos laborales, adaptabilidad laboral. Estaba preocupado de toda esta disputa política que hemos sido testigo este año tanto al interior de las coaliciones como entre coaliciones.
¿Le preocupaba el fin de la Concertación?
No, más que el fin de la Concertación, el fin de la política que hizo al país gobernable. La gobernabilidad era la pasión política de Boeninger. La construcción de acuerdos para él siempre han sido el tesoro principal.