Este jueves entró en vigencia tras ser publicado en el Diario Oficial la ley Nº 20.418 que fija normas sobre Información, Orientación y Prestaciones en materia de Regulación de la Fertilidad, promulgada por la Presidenta Michelle Bachelet el pasado 18 de enero y que además, incluye la entrega de la llamada "píldora del día después" en los consultorios.

En lo fundamental, este nuevo cuerpo legal reconoce el derecho a recibir educación, información y orientación para la regulación de la fertilidad que permita decidir sobre los diversos métodos. Dicha información debe proporcionarse en forma clara, completa y, en su caso, confidencial y permitir prevenir el embarazo precoz, las infecciones de transmisión sexual y la violencia sexual y sus consecuencias.

Asimismo, reconoce el derecho a elegir y a acceder a los métodos de regulación de la fertilidad femenina y masculina.

Además, establece el deber de los órganos de la Administración del Estado competentes en la materia, de adoptar las medidas que garanticen el ejercicio de dichos derechos.

Deberán, también, poner a disposición de la población los métodos anticonceptivos, tanto hormonales – incluidos los de emergencia como no hormonales (naturales y artificiales).

"Toda persona tiene derecho a elegir libremente, sin coacción de ninguna clase y de acuerdo a sus creencias o formación, los métodos de regulación de la fertilidad femenina y masculina, que cuente con la debida autorización y, del mismo modo, acceder efectivamente a ellos", suscribe la ley en una de sus partes.

Sin embargo, en aquellos casos en que el fármaco sea solicitado por una persona menor de 14 años, el funcionario o facultativo que corresponda, sea del sistema público o privado de salud, procederá a la entrega de dicho medicamento, debiendo informar, posteriormente, al padre o madre de la menor o al adulto responsable que la menor señale.

En este contexto, la ministra del Servicio Nacional de la Mujer, Carmen Andrade, sostuvo que esta ley, "es un avance más en los derechos de las mujeres chilenas, respeta las convicciones y creencias de cada cual".

Desde 1967 se impulsan políticas de salud en materia de fertilidad que han permitido que muchas mujeres lograran mayores niveles de escolaridad y una creciente participación laboral. Dichas políticas permitieron también reducir las tasas de mortalidad materna e infantil, una progresiva superación de la pobreza femenina y, en definitiva, que las mujeres alcanzaran mayores niveles de autonomía e independencia.