Desde ayer se encuentra en Pakistán, el enviado especial de EEUU, el senador John Kerry, en un intento por recomponer las confianzas con las máximas autoridades militares y civiles paquistaníes, tras la operación que dio muerte a Osama bin Laden.

"No estoy aquí para pedir perdón por un triunfo sin precedentes contra el terrorismo, sino para ver cómo manejamos una relación que es crítica para nuestros dos países", afirmó Kerry, que anunció una próxima visita de la secretaria norteamericana de Estado, Hillary Clinton.

Sobre el secretismo de la operación contra el líder de Al Qaeda el ex candidato presidencial norteamericano por los demócratas se excusó en la necesidad de salvaguardar la seguridad de los profesionales que actuaron en la intervención armada, y negó que hubiera ninguna desconfianza hacia las autoridades paquistaníes.

Agregó que el pueblo paquistaní "decidirá en qué tipo de país se convierte Pakistán, si un refugio para extremistas o la democracia que soñó su fundador, Ali Jinnah". La visita de Kerry se produce en medio de sospechas en medios políticos de Washington de que Bin Laden contaba con algún tipo de apoyo en suelo paquistaní.

El senador por Massachussets ya fue decisivo hace tres meses para la solución de la última gran crisis diplomática entre Washington e Islamabad, surgida a raíz del encarcelamiento de un agente encubierto de la CIA que tiroteó a dos jóvenes en la ciudad de paquistaní de Lahore y que finalmente fue liberado.